Este emblemático
cerro de 3.405 mts (3.359 en algunas reseñas), situado en el límite con Chile
en la provincia de Santa Cruz, y que es la meta deseada por tantos escaladores
del mundo entero, mientras que son pocos los que logran poner pie en su cima, ofrece la oportunidad de una discusión en cuanto a su topónimo, discusión muchas veces exacerbada por
posturas ideológicas comprensibles, pero que no siempre pueden tener cabida en
las cuestiones toponímicas, que a los ojos contemporáneos suelen ser
discutibles. Sabemos que los naturales lo llamaban Chaltén, Chaitén o Chaltel,
que durante el siglo XX fue conocido principalmente como “Fitz Roy”, en tanto que
hoy se usa con mayor asiduidad el nombre de Chaltén.
Según recuerda
Hans Zechner[1], el
primer europeo que alcanzó a divisar este cerro fue Antonio de Viedma, en el
año 1782, desde la “Laguna Grande” (hoy lago Viedma). Su descripción es la
siguiente: “En el fondo de esta ensenada que forman las sierras, hay dos
piedras como torres, la una más alta que la otra, cuyas puntas muy agudas exceden
a todas las sierras vecinas en altura, sin nieve en ellas, y las llaman los
indios Chaltel”.
Fue Francisco P.
Moreno quien lo bautizó como Fitz Roy el día 2 de marzo de 1877, quizá, como
algunos dicen, cediendo a la condición que la familia de Fitz Roy pusiera a
Moreno para entregarle la cartografía elaborada en las expediciones que el marino
británico realizara a la Patagonia, de que algún hito geográfico llevara su
nombre.
Leemos en su obra "Viaje a la Patagonia Austral" las palabras del mismo Moreno: “En un momento en que se hace un claro entre los vapores agolpados, vemos el negro cono del volcán y una ligera columna de humo que se eleva de su cráter. Los Tehuelche me han mencionado varias veces y con terror supersticioso esta ‘montaña humeante’. Es el ‘Chaltén’, que vomita humo y cenizas y que hace temblar la tierra; sirve de morada a una infinidad de espíritus poderosos que agitan las entrañas del cerro. Como este volcán activo no ha sido mencionado ni por navegantes ni viajeros, y como el nombre de ‘Chaltén’ que le dan los indios lo aplican también a otras montañas, me permito llamarle ‘Volcán Fitz Roy’ como una muestra de la gratitud que los argentinos debemos a la memoria del sabio y enérgico almirante inglés que dio a conocer a la ciencia geográfica las costas de la América austral ”. En este texto, se nos muestra que Moreno compartía el error inicial de considerar que el monte en cuestión se trataba de un volcán.
Leemos en su obra "Viaje a la Patagonia Austral" las palabras del mismo Moreno: “En un momento en que se hace un claro entre los vapores agolpados, vemos el negro cono del volcán y una ligera columna de humo que se eleva de su cráter. Los Tehuelche me han mencionado varias veces y con terror supersticioso esta ‘montaña humeante’. Es el ‘Chaltén’, que vomita humo y cenizas y que hace temblar la tierra; sirve de morada a una infinidad de espíritus poderosos que agitan las entrañas del cerro. Como este volcán activo no ha sido mencionado ni por navegantes ni viajeros, y como el nombre de ‘Chaltén’ que le dan los indios lo aplican también a otras montañas, me permito llamarle ‘Volcán Fitz Roy’ como una muestra de la gratitud que los argentinos debemos a la memoria del sabio y enérgico almirante inglés que dio a conocer a la ciencia geográfica las costas de la América austral
Robert Fitz Roy
Pero… ¿Por qué
Moreno le pone el nombre de Fitz Roy al cerro? ¿Quién era Fitz Roy? Ciertamente
una figura controvertida, si la miramos con los ojos de nuestro tiempo, como
solemos hacer, juzgando el pasado con categorías, certezas y códigos que
entonces no existían. Pero indudablemente se trata de un hombre de valor, un
explorador y un científico que ha dejado huella.
Robert Fitz Roy,
nacido el 5 de julio de 1805 en Hampton Road, condado de Suffolk, en
Inglaterra, era descendiente de un hijo ilegítimo del rey Carlos II de
Inglaterra, y por ello, como era costumbre por entonces, el apellido posee el
prefijo Fitz, que significa que la estirpe proviene de una unión
extramatrimonial de un rey o un miembro de la alta nobleza. Fue miembro de la
marina británica, en la que llegó al grado de vicealmirante. En su primer viaje
a la Patagonia, formó parte, con el grado de teniente, de la expedición que los
bergantines Adventure y Beagle, (a cargo respectivamente de los capitanes Phillip
Parker King, que además era Jefe de la expedición, y Pringle Stokes) realizaban
por las costas sudamericanas para elaborar cartografía que rivalizase con la
española, la mejor existente por entonces. A esta expedición y las
subsiguientes se deben los innumerables topónimos en idioma inglés de las
costas argentinas, nos gusten o no. Partieron el 22 de mayo de 1826 del puerto
de Plymouth, a donde regresaron el 14 de octubre de 1830, luego de más de 4
años de exploraciones.
Durante la
expedición, el capitán Stokes, enfermo, se disparó con una pistola el 1 de
agosto de 1828, falleciendo 12 días después y siendo enterrado en Puerto del
Hambre. A cargo del Beagle quedó entonces el teniente Skyring, segundo de a
bordo, aunque pocos meses después el comandante en Jefe de las expediciones inglesas
en Sudamérica, Robert Otway, nombró a Fitz Roy, por entonces de 23 años, como
comandante en propiedad del Beagle, por el resto de la expedición.
El HMS Beagle
En su retorno a
Inglaterra, la expedición llevó con ellos a cuatro jóvenes, tres kawesqar y un
yagán, para que se instruyeran en idioma y cultura inglesas, para luego
retornar y transmitir la cultura adquirida. Parece que fue una idea de Fitz
Roy, a cargo de quien quedaron y que pagó su educación y manutención, aunque
uno de los cuatro enfermó de viruela, entonces muy común, y falleció. Lógicamente
que la de Fitz Roy era una idea absurda y prepotente para con los originarios,
aunque otros aspectos de Fitz Roy nos hacen pensar que no lo hizo con mala
intención sino con criterios erróneos, ya que cuando fue gobernador de Nueva
Zelanda fue destituido por favorecer a la etnia maorí, originaria de allí. Fitz
Roy, además, siempre quiso retornar a Patagonia para repatriar a los tres
jóvenes fueguinos supervivientes y realizar así su idea original
(además de que
parece ser que la opinión pública criticó su proyecto), pero el Almirantazgo le
negó los fondos necesarios para alistar un buque, de forma tal que el marino
buscó arrendar un barco para venir por su cuenta. Finalmente le asignan el
mando del Beagle, ahora refaccionado. Fitz Roy tenía 26 años en este momento, y
a su pedido, le asignan a un joven naturalista para acompañarlo en la
expedición, que recorrerá las costas de la Patagonia y los canales fueguinos,
las Islas Malvinas y Oceanía: de trata de Charles Darwin, de 22 años, recién
recibido en la universidad de Cambridge, que luego de ese viaje escribirá su
recordada obra “El origen de las especies”. El Beagle zarpó el 27 de diciembre
de 1831 de la Bahía de Plymouth, en un viaje que durará 5 años. Debemos decir que la idea de Fitz Roy con los
yaganes no prosperó. Volviendo al tema principal de nuestro artículo, diremos
que en 1834 varios miembros de la expedición, entre los que se encontraba
Darwin, recorrieron el río Santa Cruz buscando sus nacientes, a las que no
llegaron (aunque estuvieron muy cerca de ellas, sin saberlo) por falta de
alimentos. En este viaje los expedicionarios divisaron, de lejos, al cerro
Chaltén
Posteriormente a
sus viajes, Fitz Roy se dedicará a la política, ocupando un escaño en el
parlamento británico, fue gobernador de Nueva Zelanda, en donde promovió el
reconocimiento de los derechos de la etnia originaria maorí por lo que fue
destituido del cargo, y finalmente se dedicó a los estudios meteorológicos. Por
causas que se desconocen, Robert Fitz Roy se suicidó el 30 de abril de 1865. Su
tumba se encuentra en la Iglesia de Todos los Santos, en Londres.
¿Merecía Fitz Roy
que el cerro llevara su nombre? Es discutible. Pero el topónimo existe y a mi
juicio debemos aceptar que conviva con el que usamos asiduamente, esto es,
Chaltén. Aunque debemos decir que chaltén, así, con minúsculas, no era un
nombre propio que los originarios daban a esa montaña, sino un sustantivo
común, aplicado a todas las “montañas humeantes”, sea que fuesen volcanes o sea
que asiduamente presentasen en su cumbre formación de nubes orográficas, como
es el caso de nuestro cerro. De hecho, los originarios no solían darles nombres
propios a los accidentes geográficos, sino que los describían según sus
características. Un vuta-lauvquen era un lago grande, y un pichi-lauvquen un
lago chico. Un vuta-leuvu era un río grande, y un pichi-leuvu un río pequeño.
Así, cuando los primeros exploradores que llegaron a la zona preguntaron el nombre del
cerro, lo que recibieron fue una descripción. Es una montaña que humea. De hecho, hay otros "chaltenes" o "chaitenes" en la cordillera, como el volcán chileno Chaitén, que en 2008 entró en erupción cubriendo de cenizas a la comuna chilena del mismo nombre.
Más allá de esta
cuestión, el Chaltén, o Fitz Roy, es un cerro maravilloso que convoca a los
montañistas para intentar hermanarse con sus airosas paredes y, quizá, lograr su
cumbre esquiva.
Algunos links interesantes para consultar:
http://www.nuestromar.org/noticias/mar_calmo062006_biografias_de_exploradores_robert_fitz_roy#comment-41840
https://es.wikipedia.org/wiki/Robert_FitzRoy
https://franciscojaviertostado.com/2017/12/20/darwin-el-beagle-y-sobre-todo-su-comandante-fitzroy/
https://es.wikipedia.org/wiki/Expedici%C3%B3n_de_buques_del_Reino_Unido_a_las_costas_australes_de_Am%C3%A9rica_del_Sur_bajo_el_mando_del_comandante_Phillip_Parker_King
http://culturademontania.org.ar/Noticias/historia-de-un-fueguino-yaman.html