sábado, 19 de enero de 2019

El Hantavirus y las actividades de trekking, senderismo, montañismo y turismo activo en ambientes agrestes


Informe sobre Hantavirus
Enero de 2019

Por el Prof. Lic. Raúl F. Llusá

ADVERTENCIA PRELIMINAR

La información contenida en este trabajo es orientativa y fue recopilada en 1996, 2011 y 2019 para ser evaluada por aquellos que desarrollan actividades deportivas o de vida al aire libre en lugares en donde existe, en mayor o menor medida, población habitual o extraordinaria de roedores que pudieran estar infectados con el Virus Hanta.
Se ha realizado teniendo en cuenta las particularidades del Parque Nacional Nahuel Huapi, aunque las conclusiones y recomendaciones pueden servir para todas las zonas endémicas del virus.
Ha sido extraída de las fuentes que se consignan en las notas al pie y al final del documento. El autor de este informe no se responsabiliza por las expresiones de los profesionales citados ni por las consecuencias que se desprendan de las actividades que realice el eventual lector en zonas afectadas por el Hantavirus o que pudieran llegar a estarlo. La información no debe ser usada para diagnóstico o tratamiento de ninguna enfermedad. Ante cualquier duda consulte a un profesional de la salud. 

1. Presentación

En la primavera de 2018 comenzó en el suroeste de la provincia de Neuquén, noroeste del Parque Nacional Nahuel Huapi un proceso de floración masiva de la Caña Coligüe (Chusquea Culeou), fenómeno que no se registraba en esta latitud desde 1938/1939, aunque hace pocos años (primavera de 2010) se produjo en otras zonas del Parque, afectando entre 300.000 y 400.000 hectáreas del mismo.  Es sabido que cuando esto sucede, la oferta de semilla, que sirve de alimento para varias especies animales, motiva la proliferación de roedores, entre ellos el Oligoryzomis Longicaudatus (ratón colilargo), que es vector del virus Hanta, en la cepa Andes. Por lo mismo, se está realizando, por parte de una Mesa Interinstitucional de Trabajo, una oportuna tarea de concientización de la población respecto de los cuidados y precauciones que hay que desarrollar para evitar posibles casos de contagio de esta enfermedad, cuyas complicaciones pueden llegar a ocasionar la muerte.
Debido a que las vías de aproximación a las montañas del Parque Nahuel Huapi, y en general todas las sendas y picadas, atraviesan densos coliguales en algunas zonas, en muchas personas relacionadas con las actividades de excursionismo, camping, trekking y montañismo ha surgido una explicable inquietud respecto de los riesgos que pueden sobrevenir a quienes transiten por el Parque en esta época de floración y muy probable aumento de la población de colilargos, aunque los expertos calculan que el riesgo de aumento de la población de roedores se producirá hacia finales del verano y principios del otoño de 2019, cuando madurarán las semillas, sujeto esto a factores climáticos y otros.
Es por ello que hemos hecho esta investigación (que es actualización de otras anteriores, publicadas en noviembre de 1996 y enero de 2011), en la seguridad de que podrá servir para concentrar las informaciones y los consejos de prevención que ofrecen las autoridades a fin de minimizar las posibilidades de sufrir el contagio de la enfermedad del Hantavirus realizando este tipo de actividades.
Para brindar una acabada comprensión del tema que nos ocupa, brindaremos a continuación una serie de datos relativos a la caña coligüe, su proceso de floración, el ratón colilargo (vector del virus), el virus en sí y la enfermedad que produce en los humanos, la situación actual y la proyección posible de los hechos en el Parque Nahuel Huapi, para concluir con las recomendaciones de prevención tanto generales como específicas para las actividades deportivas y de esparcimiento al aire libre.

Caña Colihue en flor, senda a cascada Ñivinco, Parque Nacional Nahuel Huapi. 
Foto del autor.

2. La caña colihue (Chusquea Culeou)



Caña Colihue (Chusquea culeou)

La caña colihue (Chusquea culeou) es una gramínea arbustiva perenne, que pertenece a la subfamilia botánica de las bambuáceas (bambusoideae), de las cuales existen unas mil especies distribuidas en todo el mundo.
El género Chusquea está ampliamente extendido en América Central y Sudamérica, donde crece especialmente en las zonas húmedas de los bosques templados del sur de Chile y el sudoeste de Argentina. En la zona austral de nuestro país se identificaron tres especies pertenecientes al género: Chusquea culeou; Chusquea argentina; Chusquea montana y una subespecie, la Chusquea culeou longiramea. Las cuatro especies o subespecies están presentes en el Parque Nacional Nahuel Huapi y también en el Parque Nacional Lanín. Describiremos a continuación la especie Chusquea culeou, que es la que se encuentra en proceso de floración en el PNNH.
De las cuatro especies de Chusquea mencionadas, sólo la Chusquea culeou está ampliamente distribuida entre los 35º y los 47º de latitud Sur, ocupando una estrecha franja a lo largo de la Cordillera de los Andes, en las provincias de Neuquén, Río Negro y norte de Chubut, desarrollándose en zonas húmedas, con precipitaciones de entre 600 y 4000 mm anuales, y entre los 700 y 1450 mts. sobre el nivel del mar. Forma poblaciones puras en zonas abiertas sin bosque o constituye el sotobosque denso del bosque de Nothofagus dombeyi (coihue). Sus hojas son lanceoladas y cubiertas de pelos, poseyendo una pequeña espina en la punta. Las flores son similares a las de los pastos o el trigo (pequeñas y organizadas en inflorescencia con forma de espiga de color castaño) y cada espiga genera numerosas semillas del tamaño de un grano de arroz. Sus cañas son rectas, de unos cuatro y hasta seis metros de altura en los ejemplares adultos, y fueron utilizadas por las poblaciones originarias para construir el asta de sus lanzas y los mapuche las siguen usando para hacer el instrumento musical llamado trutruca. Una de las particularidades de esta Chusquea es su tronco leñoso, con madera sólida, lo que la diferencia de la gran mayoría de las Bambusoideae, que son huecas.  


Florecimiento y semillación de la caña colihue

A diferencia de la mayoría de sus parientes los pastos, la caña coligüe puede vivir muchos años. Esta especie posee una estrategia reproductiva muy particular, que incide directamente en el problema que tratamos en este trabajo. Se reproduce de dos maneras diferentes: la primera es sexuada, a través de ciclos de floración cuya periodicidad no está demasiado bien determinada, aunque entre ciclo y ciclo hay siempre varias décadas, entre 60 y 80 años[1]  (antes se creía que el período interfloración era menor). La floración marca el fin del ciclo de la vida de la caña, que muere. La segunda es la reproducción vegetativa (asexuada) que constituye un proceso por el cual la planta se va desarrollando a través de la división de los rizomas subterráneos que producen nuevos tallos, con idéntica estructura genética que la de la planta origen. Pero sólo la reproducción sexuada, que se realiza a través del florecimiento de la caña (con esparcimiento del polen a través del viento), da lugar a nuevos ejemplares genéticamente adaptados a las condiciones mudables del medio.
Si bien algunas varas o matorrales de cañas coligüe florecen casi todos los años (aunque originando frecuentemente flores estériles que no producen semillas, y sólo muy pocas dan flores fértiles que generan granos), lo particular y sorprendente de esta especie es que florece masiva y simultáneamente en toda una región de decenas y hasta cientos de miles de hectáreas. Esto sucede, como hemos dicho, cada período de tiempo que se calcula entre 60 y 80 años.
Detalle de la espiga de la caña colihue

Semillación y surgimiento de la nueva generación

La floración da lugar, como hemos dicho, a una semillación posterior también masiva. Cada vara florecida fértil produce una enorme cantidad de semillas, que puede alcanzar los 600 g/m2. Estas semillas poseen una genética distinta y adaptada a los cambios del medio. La caña libera al suelo la semilla a fines de verano y comienzos del otoño, siendo esparcida por el viento o dispersada por aves y roedores, germinando en la primavera siguiente o principios del verano. Las semillas fértiles producen así un proceso de renovación de la población, que irá creciendo en varios años hasta alcanzar la talla adulta (4 a 6 metros). Se supone que la nueva generación requerirá unos quince años para regenerar la cobertura de cañas que había antes de la floración. Como resultado del avance de la nueva cañada, existe el riesgo de que muchas sendas y picadas se cierren, si no son convenientemente mantenidas. No obstante, no todas las semillas crecerán. Muchas serán alimento de aves, monitos de monte y roedores.

Muerte de la anterior generación de cañas

Luego de la floración, las cañas de la anterior generación mueren, aunque permanecerán secas y en pie durante un período de entre 10 y 15 años, ya que su tallo leñoso se descompone lentamente. Hay que acostumbrarse, por lo mismo, a una vista distinta del bosque siempreverde del PNNH en los años posteriores a la muerte de una generación de coligues. Veremos, por cerca de 15 años, profundos manchones amarillos en el sotobosque. Por idéntica razón, muchas zonas se vuelven impenetrables. A esto hay que sumar un dato muy importante: cuando esto pasa aumenta dramáticamente el riesgo de devastadores incendios forestales, ya que cualquier pequeño foco encuentra en este colchón combustible, seco y denso, un medio de propagación casi explosivo y prácticamente imposible de extinguir (por la intensidad del fuego de superficie y su rápida expansión), por lo que durante todo este tiempo será necesario extremar al máximo las precauciones y ejercer un férreo rol de control de las actividades humanas, para evitar incendios forestales que pueden destruir en pocos días cientos de miles de hectáreas de bosques.


Cañas colihue muertas (foto del autor)

Periodicidad del fenómeno

Si bien ya expresamos que se cree que la periodicidad del ciclo de floración de esta especie se sitúa entre los 60 y los 80 años, en realidad este dato no se conoce con precisión. Antiguamente se creía que la vida de cada generación, desde su nacimiento hasta la nueva floración, era de entre 15 y 20 años. Otras opiniones indicaban una cadencia de entre 35 y 40 años. La experiencia nos indica que no es así, o que al menos los ciclos no son homogéneos, pudiendo haber períodos más cortos o más largos según las condiciones que influyan en cada generación de cañas. Los testimonios de antiguos pobladores de la zona nos permiten reconstruir algunos de los anteriores episodios, que en el caso del Parque Nahuel Huapi se remontan a unos 80 años atrás:

  • 1938: floración masiva en la zona del río Manso Inferior (y en el Lago Huechulaufquen, del Parque Nacional Lanín)
  • 1939: floración masiva en Península Llao Llao
  • 1940: floración masiva en Villa la Angostura (y Lago Futalaufquen, del Parque Los Alerces)
  • 1942: floración masiva en Lago Rivadavia, del Parque Los Alerces
  • 2001: floración masiva en el Parque Nacional Lanín (unas 200.000 hectáreas)
  • 2010: floración masiva en gran parte del Parque Nacional Nahuel Huapi: entre 300 y 400.000 hectáreas[2].

Este último evento, por lo reciente, constituye una fuente de información y experiencia que debemos tener muy en cuenta.
En la floración Lanín, de 2001, solo el 60 % de las semillas fueron fértiles: 140.000 ha sobre el total, mientras que otras 60.000 hs. produjeron semilla vana, no apta para alimento de la fauna.

Un proceso que desencadena una serie de cambios en el ecosistema 

El de la floración de la caña coligüe constituye un movimiento cíclico y natural de mucha incidencia en el ecosistema, en el que produce importantes modificaciones, tanto en la propia especie (que cambia genéticamente), como en el bosque, en donde tiene lugar una recolonización de sitios y el surgimiento de una nueva generación de plantas que muchas veces conquistan nuevos espacios. Sucede que nuestros bosques andino-patagónicos, con mucha sombra, necesitan de grandes disturbios para renovarse: son necesarios procesos de apertura de bosque a través de incendios, caída de árboles, aludes u otros fenómenos que posibilitan la entrada del sol y el crecimiento de las plántulas.
En el caso de la floración de la caña coligüe, la muerte de gran parte del sotobosque produce cambios en luz, humedad, nutrientes, entre otros factores, dándose las condiciones para el crecimiento de una nueva generación de árboles y arbustos. Es también una condición de facilitación de colonización de nuevas especies animales y vegetales, tanto nativas como exóticas, lo que podría favorecer la invasión de estas últimas. Por otro lado, al morir la caña, que constituye oferta de alimentación del ganado de los pobladores especialmente en invierno, se incrementa la presión sobre otras especies del bosque como fuente alternativa de alimento. Amplios sectores del bosque nativo, por otro lado, se vuelven accesibles a ganado, ciervos, jabalíes, etc., con lo que incrementa la posibilidad de disturbios en áreas antes inaccesibles. Además, dado que hay una gran oferta de alimento por las semillas disponibles, aumentan temporariamente las poblaciones de los animales granívoros u omnímodos que se alimentan de la semilla de la caña y pueden responder rápidamente, que como se dijo más arriba son el chucao (ave típica de los cañaverales), el monito del monte (pequeño marsupial arborícola), la paloma araucana, comesebo, cabecita negra y distinto tipo de roedores, junto con sus predadores naturales. Estos cambios, cuando se producen en zonas pobladas o de concurrencia temporal de personas, pueden generar el incremento de ciertos riesgos (incendios forestales[3] y hantavirus), si no se trabaja de forma clara e integral sobre medidas preventivas.

3. El roedor Oligoryzomys longicaudatus, vector del Hantavirus

Hablaremos en este apartado del ratón silvestre que puede ser portador del Hantavirus. Digamos, para comenzar, que existen dos grupos de roedores: los sinantrópicos (que viven en donde hay actividad humana) y los silvestres. El ratón sinantrópico más común es el mus musculatus, o ratón doméstico, que suele establecer sus cuevas en casas, sótanos, galpones, etc. En el caso de los roedores silvestres, es el ser humano el que se acerca a sus hábitats. Todos los roedores, silvestres o sinantrópicos transmiten distinto tipo de enfermedades que afectan a los humanos.


Roedores silvestres del Parque Nacional Nahuel Huapi

En el Parque Nacional Nahuel Huapi hay 17 especies distintas de roedores, que lograron diversificar su alimentación, constituyéndose en grandes colonizadores de distinto tipo de sitios, y cuyas poblaciones fluctúan según la oferta de alimento y el clima. Se los encuentra en el bosque húmedo, el ecotono, los cañaverales, etc. Las subespecies silvestres más significativas del Parque son el Oligoryzomys longicaudatus, el Abrothrix olivaceus y el Abrothrix longipilis o ratón pelilargo, que según Bonino y Sage (ver referencias al final de este artículo) puede alcanzar una densidad poblacional parecida a la del colilargo, como así también la llamada rata de agua, (Rattus norwegicus), especie introducida. En estas dos últimas especies se han detectado individuos portadores del hantavirus, aunque se desconoce si el virus presente en estos roedores es capaz de infectar a humanos (ante la duda, consideremos que sí)[4].

Oligoryzomis longicaudatus



Oligoryzomys longicaudatos (ratón colilargo). Imagen perteneciente a Infofueguina.

En la presente investigación, sin embargo, nos interesa estudiar a la primera de estas tres subespecies, el Oligoryzomis longicaudatus, un roedor silvestre sigmodontino[5] que abunda en esta región, dado que el Virus Hanta "Andes", la cepa que se encuentra en la zona andino-patagónica, es transmitido principalmente por este ratón, también conocido como “ratón colilargo", “lauchita de cola larga”, “lauchita de los espinos”, “pericote coludo”, “pericote chileno de cola larga”, “colilargo andino-patagónico”, “wasana” en yamana o yagán, “lauchita arrocera”, “lauchita saltadora”, “springmouse” y “colilargo austral”.
Según los investigadores, este ratón vive a lo largo de la cordillera andina desde hace miles de años, desde el norte del Perú hasta Tierra del Fuego, en zona de bosques de cierta humedad y alimentándose de semillas y frutos propios de los pastizales.

Descripción de la subespecie

El colilargo posee cuerpo y cabeza relativamente cortos (unos 9/10 cm), sobresaliendo destacadamente la cola de unos 12 cm aproximadamente (un tercio más larga que el cuerpo).  La cola es marcadamente bicolor, gris en la parte superior o dorsal y blanca en la inferior o ventral. Este micromamífero, de un peso menor a los 30 gramos, posee orejas pequeñas, recubiertas de pelitos de color ocre, y patas traseras largas, pies también largos y estrechos con cinco dedos de gran longitud. Los ejemplares de esta subespecie se caracterizan por su pelaje más lanoso, tupido y obscuro que los de las subespecies más septentrionales, siendo pardo obscuro en la zona dorsal y con vientre un poco agrisado. En cuanto al potencial de sus sentidos, se destaca el de la vista (posee ojos grandes). El olfato y el oído, en cambio, sólo alcanzan mediano desarrollo. En los pastizales se traslada a grandes saltos, por lo que los colonos alemanes del sur de Chile la llaman “springmaus”, es decir “laucha saltadora”. Esta capacidad queda reflejada en sus largas patas y pies traseros. Confiada en esto, no busca refugio ante la presencia de un enemigo, sino que huye a los saltos. Sin embargo, es muy difícil que cruce un terreno descampado, y se sienten desprotegidas en el césped. Esto hace que sea conveniente tener el césped corto alrededor de los domicilios, ya que necesitan que la vegetación alcance los 10 o 15 cm de altura para que les dé cobertura. Por otro lado, la cola larga actuaría como un verdadero balancín cuando la subespecie trepa a los árboles y arbustos. Su alimentación es fundamentalmente herbívora, abarcando principalmente granos, semillas de gramíneas y frutos, por lo que se lo encuentra cerca de las rosas mosquetas, el calafate, el michay, las moras y otras frutas finas, aunque más al sur, al escasear las gramíneas, la subespecie se torna omnívora incluyendo una buena proporción de insectos, anélidos y otros invertebrados. Sus hábitos son predominantemente nocturnos (salvo en épocas de ratada en las cuales suele vérselo también de día). Es muy buen trepador y rara vez se lo encuentra en bosques densamente poblados. Este roedor puede cavar hasta 1,20 mts; caer desde 3 mts de altura sin sufrir daños; trepar a 90º; saltar en alto hasta 90 cm y en largo hasta 3 mts; nadar hasta 1000 mts y roer una gran cantidad de materiales. En épocas normales recorren normalmente hasta 100 metros[6], aunque en períodos de ratada llegan a una distancia de hasta 800 metros de sus nidadas. Sus principales predadores son el lechuzón campestre, el búho (Strix Rufipes), aguiluchos, águilas y otras aves rapaces, zorros, hurones, gatos silvestres y pumas, que constituyen su control biológico natural. Según el Dr. Oscar Lencinas, presidente del Instituto Pasteur de la Ciudad de Buenos Aires, la disminución observada en los últimos años de dos de los predadores naturales del ratón, la lechuza y el zorro, contribuye al aumento de la población.

Difusión en los ambientes naturales

Se trata, según Mann (1978) de una especie que ocupa ambientes muy variados debido a su amplia distribución. Texera (1973) considera a esta especie colonizadora típica de la comunidad del bosque matorral. Se los encuentra tanto en el suelo como debajo de árboles y arbustos o bien en las ramas de éstos donde construye sus nidos en los huecos naturales, tejiéndolos con briznas de paja. A veces aprovecha nidos abandonados de aves para nidificar.  En la zona andino-patagónica la rosa mosqueta, especie exótica introducida en la región cordillerana de la Argentina, y otros arbustos con semillas y frutos, como la retama, son algunos de sus lugares preferidos para anidar. La maleza arbustiva le ofrece protección contra sus predadores naturales. También puede invadir (especialmente en época de escasez de alimentos) locales deshabitados o el peridomicilio humano, donde hay maleza o acopio de granos.
Teniendo en cuenta las comunidades vegetales que sirven al roedor como alimento, el límite máximo del hábitat natural de esta subespecie es la zona de transición entre el coihue (Nothophagus Dombeyi) y la Lenga (Nothophagus Pumilio), esto es: unos 1200 metros snm, según el naturalista Miguel Christie. No se la encuentra fácilmente en la zona arbustiva de la lenga achaparrada, propia de los faldeos altos (1600-1800 metros snm) salvo que cuenten con oferta alimenticia derivada de la acción humana (refugios de montaña, actividades deportivas, etc). Tanto el ratón colilargo como el ratón oliváceo habitan casi todos los ambientes de caña coligue, a la que trepan para buscar semilla o bien la colectan del suelo, en la caída. Los colilargos constituyen aproximadamente un 10% de la población total de roedores de la zona andino-patagónica[7].

Longevidad, eventos reproductivos y mortandad invernal

El Longicaudatus vive aproximadamente un año[8], con entre uno y dos eventos reproductivos por año, aunque con clima favorable puede llegar a tener hasta tres, con tres a cinco crías por camada y tras un período de gestación de 29 días. En general, su periodo reproductivo se limita a la primavera y parte del verano. Sólo excepcionalmente la actividad reproductiva se extiende al otoño o al invierno (por ejemplo, en años muy cálidos, o cuando hay abundancia de alimentos) pudiendo dar hasta diez crías por camada. De esta forma, el número de ejemplares aumenta hasta el otoño, cuando la población es casi cinco veces más alta que en primavera. Cuando las variables de clima y alimento son normales, se produce una gran mortalidad invernal de colilargos.
No todos los Oligoryzomys Longicaudatus están infectados por el virus Hanta. Aproximadamente entre un 5 y un 6% de estos ratones son portadores asintomáticos del virus en su cepa “Andes”, cifra que puede variar en distintas latitudes y por distintas causas. El virus no los afecta, pero durante el resto de su vida, luego de haber adquirido la infección, eliminan unidades de virus a través de la aerosolización de la saliva, la orina y la materia fecal. La vía de circulación del virus Hanta entre los roedores no se conoce en forma clara, aunque se sospecha una transmisión horizontal, mediante mordeduras y contacto directo con mucosas en encuentros agresivos de machos grandes y pesados.

Colilargos y ratada

De las 17 especies de ratones que habitan el bosque andino patagónico, la semilla de la caña coligüe constituye alimento de cinco, entre ellas del Oligoryzomys longicaudatus, y el ratón oliváceo (Abrothrix olivaceus) que es omnívoro. Sus poblaciones normales fluctúan mucho según el alimento disponible y el clima.
Cuando se producen condiciones ecológicas positivas (benignidad del clima, aumento de la disponibilidad alimentaria) tienen lugar explosiones poblacionales llamadas ratadas, que incrementan notoriamente la población de roedores, ya que estas subespecies responden rápidamente a la gran oferta de alimento y al clima benévolo. La semillación del ciprés es una condición facilitadora del aumento de población de ratones, pero es fundamentalmente cada evento de floración masiva de la caña coligüe (que se verifica en períodos de entre sesenta y ochenta años, como ya dijimos), la que produce ratadas muy notorias, ya que a las inmigraciones desde lugares de mayor escasez hay que sumar la bonanza reproductiva, produciéndose más crías por camada y más camadas por año. En estos casos se eleva la densidad poblacional de colilargos del guarismo normal (10 a 100 individuos por hectárea) a unos 1000 a 1500 ejemplares por hectárea. Esta superpoblación genera entre los ratones estrés por aglomeración y competencia por el alimento, lo que los vuelve más agresivos, generándose muchas peleas con heridas por mordeduras, con lo que se incrementa el contagio interespecífico del virus Hanta. Esto explica la correlación significativa en el índice de abundancia y el número de animales positivos detectados, pudiendo crecer la proporción de seropositividad desde un 5 o 6% hasta el 10% de los individuos. La gran densidad poblacional los lleva también a recorrer mayores distancias para buscar comida, más espacio vital o hembras. En esta migración muchos mueren ahogados al intentar cruzar corrientes de agua caudalosas (en la ratada del Parque Lanín, del año 2000, se encontraban cada mañana cerca de 800 ejemplares muertos por esta circunstancia). Es preciso, en estos casos, prestar atención a la posible contaminación del agua.
La ratada provoca otros comportamientos anómalos en la especie, como movimientos en masa, actividad diurna, dispersión de los animales hacia los centros urbanos contiguos al bosque, ingreso a domicilios y galpones para hallar reparo frente al invierno, etc.  Las “ratadas” pueden ocurrir en sitios puntuales y en áreas pequeñas (y este tipo de eventos no es infrecuente), o bien pueden ocurrir a escala regional, lo que constituye un hecho extraordinario y más disperso en el tiempo. Este aumento poblacional se observa desde el otoño del año del evento hasta la primavera siguiente, momento en el que empieza a declinar hasta alcanzar valores normales e incluso más bajos en diciembre de ese año.
 Ratada 2011. Foto propiedad de Gendarmería Río Manso

4. El Hantavirus

Nos toca hablar ahora del virus que transmiten los colilargos infectados, y la enfermedad que provoca. Se trata de un virus de la familia Bunyaviridae, relacionado siempre con roedores. Todos los demás géneros de esta familia (el Bunyavirus, el Phlebovirus, el Nairovirus y el Tospovirus) son transmitidos por mosquitos, moscas y otros artrópodos. En el caso del Hantavirus se transmite por aerosolización de los detritus de los roedores que los portan sin sufrir consecuencias (son portadores asintomáticos).
Distinto tipo de roedores transmiten el hantavirus en las diferentes áreas geográficas del mundo, y todos deben ser considerados potencialmente peligrosos. Cada cepa de virus Hanta es vehiculizada por una especie distinta de roedor. Los roedores que son reservorio del virus Hanta están presentes en muchas regiones del país, pero son críticas algunas áreas rurales o ciertas áreas de la cordillera andino patagónica. En distintos lugares del país hay otro tipo de lauchas rurales que portan cepas del virus Hanta diferentes de la cepa “Andes”, que es la propia de la zona Andina, como la cepa “Laguna Negra” en el norte argentino y en Bolivia. La cepa Andes, que es la que estamos describiendo, y que provoca en el ser humano el síndrome cardiopulmonar por Hantavirus, tiene variedades, por ejemplo, la cepa “Andes Sur” (según el Dr. Oscar Lencinas y otros investigadores, la más virulenta[9]) en la Patagonia andina, “Andes Lechiguana” de Entre Ríos, “Andes Orán” en Salta, “Andes Bermejo”, “Andes Buenos Aires” y otras. En el mundo, se conocen las cepas “Hantaan”, “Puumala”, “Seúl”, y “Sin nombre”, aparecida en la epidemia de Nueva México, y parecida a la cepa “Andes”, según manifestó la viróloga Nora López, del Instituto Malbrán de Buenos Aires[10]. La cepa Seúl, curiosamente, es una cepa ciudadana, que se descubrió en la ciudad homónima. Estas variedades enferman con síndrome renal y fiebre hemorrágica.
La partícula viral es esférica, de un tamaño de 80 a 120 nm (un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro). El genoma del virus fue estudiado por Brian Hjelle de la Escuela de Medicina de Nueva México.
La enfermedad es conocida en Oriente desde principios de siglo, pero en occidente se identificó a los hantavirus sólo a partir de la década de 1950. Lleva este nombre porque el virus fue tipificado hace años, en la guerra de Corea, en el río Hantaan. Aquí, entre las tropas norteamericanas y de las Naciones Unidas, apareció un brote de 5000 casos en los que la enfermedad progresaba con hemorragias (gastrointestinal y subconjuntival), y se agregaba además falla renal aguda. Unos 300 soldados fallecieron, siendo shock o hemorragia la causa de muerte. Por este motivo se la denominó entonces fiebre hemorrágica de Korea (HFRS). Se encontró además que la epidemia estaba asociada a la exposición previa de los enfermos a roedores, identificándose al agente como Hantavirus o virus de Hantaan.
Si bien la definición del Síndrome reconoce su existencia desde la comunicación del 14 de mayo de 1993, cuando se notifica al Departamento de Salud de Nueva México (EEUU) de la muerte de 3 pacientes con patología pulmonar sin diagnóstico etiológico, en una región de EEUU conocida como "Four Corners", lugar donde se unen las fronteras de los cuatro estados de Utah, Arizona, Nueva México y Colorado, ya existían en ese momento sospechas de la presencia de cuadros clínicos de parecida evolución. La enfermedad, con un alto índice de mortalidad en el grupo inicial (80 %), fue denominada como Síndrome de distrés respiratorio de etiología inexplicada (UARDS)[11].
En la Argentina los primeros casos registrados se produjeron hacia 1987, y desde entonces se han confirmado distintos reportes de enfermos en diferentes zonas del país, siendo recordado el brote de fines de 1996 en el área de El Bolsón, y Bariloche, con unos nueve casos.  El actual de Epuyén es, sin ninguna duda, el más relevante de todos los conocidos, con 29 casos reportados hasta el momento de la actualización de esta investigación, con 13 fallecidos.

La enfermedad provocada por el virus Hanta

El virus hanta de la cepa Andes provoca en el ser humano el Síndrome Pulmonar por Hantavirus (SPH), una enfermedad infecciosa de curso agudo, habitualmente grave, cuyo índice de mortalidad en los últimos años tuvo un promedio del 18,5% de los casos (entre 2013 y 2018 hubo 598 personas infectadas en nuestro país, de las que 111 fallecieron), aunque en la situación actual, en Epuyén, la tasa de mortalidad se ha elevado al 36%. Esta enfermedad es también conocida como Síndrome cardio-pulmonar por Hantavirus, debido al compromiso de corazón y pulmones observado en algunos pacientes.
El período de incubación de la enfermedad puede llegar a 45 días, según muchos investigadores, aunque el reconocido infectólogo Dr. Daniel Stamboulian sostenía, en la crisis de 1996, que podía ser de una a tres semanas. La Sociedad Argentina de Infectología, en un informe de fecha 13 de enero de 2019, afirma que el período de incubación es de 9-12 días (habitual de 4- 42 días), y en los casos de transmisión interhumana es de 20 días aproximadamente (Young 2000)[12].
Un informe de especialistas chilenos concuerda. Los pacientes infectados–especificó el doctor en Ciencias Biológicas Oliberto Sánchez Ramos– pueden estar hasta 45 días sin ningún síntoma (fase de incubación). Luego, pasan unos 6 días con síntomas similares a los de una gripe fuerte. “Usualmente, en esta fase no van al médico pues piensan que se trata de una mala gripe. Un día comienzan con tos y disnea (falta de aire), la fase cardiopulmonar. Allí es cuando, sin duda, van al médico”, planteó el profesional chileno de la universidad de Concepción. Aclaró el biólogo que los pacientes que sobreviven a las primeras 48 horas después de iniciada la fase cardiopulmonar, tienen muy altas posibilidades de sobrevivir. “En esas primeras 24 a 48 horas, el Ecmo es vital”, sostiene en alusión al mecanismo de oxigenación artificial de la sangre que es un tratamiento eficaz. “Los médicos de cuidados intensivos afirman, de manera categórica, que él es lo más avanzado que se ha logrado en Chile para el tratamiento de los pacientes con hantavirus”, dijo[13].
El cuadro sintomatológico inicial es, pues, el de una gripe fuerte, que puede durar varios días, con fiebre, fatiga, cefalea y mialgias, dolores musculares (principalmente en muslos, caderas, espalda y hombros), tos, cansancio y vómitos. No hay medicación que mejore este estado. Estos síntomas son universales, es decir, todos los pacientes los presentan. Esta fase dura 3 a 4 días (rango 1 a 12 días). La etapa siguiente, alrededor de una semana o dos después, es la fase cardiopulmonar, de instalación súbita y precedida por dificultad para respirar y tos. En este momento el paciente debe ser derivado a terapia intensiva y ser asistido con un respirador, porque corre peligro de morir. Lo alarmante es que en pocas horas se desarrolla una insuficiencia respiratoria con inundación de los alvéolos por plasma con el consecuente edema pulmonar; los pacientes no logran por lo tanto oxigenar la sangre y requieren de oxígeno suplementario y ventilación mecánica.
Entre el 50 y el 60% desarrollan un shock de origen cardíaco, lo que representa un factor de mal pronóstico. El edema pulmonar es una alteración funcional transitoria que dura 48 a 72 horas posterior a lo cual la función pulmonar se recupera rápidamente. El shock cardiogénico es de difícil manejo y representa la principal causa de muerte de los afectados, de acuerdo a la susceptibilidad del huésped, y en relación con su sistema inmunológico. La doctora Marcela Ferres, infectóloga de Red Salud de la Universidad de Chile, afirmó que el 95% de las muertes por Hanta ocurre en las primeras 48 horas de evolución del virus.
Aquellos pacientes que sobreviven a la fase más aguda, inician la resolución del cuadro con un importante aumento en la diuresis (fase diurética). La duración promedio de la estada en cuidados intensivos es de 5 días y de hospitalización es 10 días.
Si bien es aún desconocido el por qué algunos infectados evolucionan en forma tan severa y otros en condiciones similares desarrollan una enfermedad más leve, se piensa que es un factor de susceptibilidad genética que condiciona estas diferencias. Según el catedrático Dr. Horacio López, especialista en enfermedades infecciosas, “Una persona puede tener Hantavirus, y debido a las defensas de su organismo, puede sólo manifestársele como una gripe fuerte. La posibilidad de contagio depende por un lado de la cantidad de virus a la que se expone el paciente, la cantidad que ingresa en el organismo, y por el otro, de la mayor o menor fortaleza de su sistema inmune. Esto es característico de todas las enfermedades virósicas cuyo grado de peligrosidad radica en las defensas que presenta el infectado”.
Por lo general, la enfermedad afecta a los adultos jóvenes y trabajadores rurales. Los pocos casos reconocidos en el mundo en niños menores de 14 años fueron leves con síntomas similares a los de un cuadro gripal. Todos evolucionaron favorablemente sin necesitar tratamiento. En estos niños se llegó al diagnóstico al estudiarlos por haber estado en contacto con algún enfermo y no porque el cuadro clínico hiciera sospechar la enfermedad. Aún no está claro por qué mecanismo los niños son más resistentes a la infección por hantavirus.
Cabe destacar que toda persona que haya estado en zonas endémicas, o en contacto con personas enfermas o sanas que hayan estado en esas zonas, y que presente fiebre aguda de unos 6 días de duración, y cefaleas sin afección de las vías aéreas superiores, debe concurrir a un centro de atención. Frente a síntomas como todos los descriptos, es fundamental la consulta médica temprana, especialmente si quien los padece ha realizado, en los últimos 15 o 20 días, actividades de riesgo, que se describen en el título siguiente.
  

Formas de contagio

Si bien el Hantavirus tiene una alta infectividad (habiéndose dado el caso de visitantes de laboratorios que contrajeron la afección luego de estar unos minutos en el ambiente donde se encontraban ratones infectados en estudio); en nuestro país, en situaciones normales, la posibilidad de contraer el virus Hanta es baja, y se encuentra dentro de los parámetros mundiales[14].   
Las poblaciones más expuestas o lábiles a contraer el Hantavirus, según Steve Simpson, especialista en Hantavirus de la Universidad  de Nuevo México, son los individuos de uno u otro sexo, de entre 11 y 69 años, y el promedio va entre los 30 y los 40 años.
El roedor infectado convive con el virus sin enfermarse, como hemos dicho, y lo elimina en la orina, las heces y la saliva. La vía de contagio más frecuente del roedor al humano es a través de partículas aerosolizadas (los aerosoles son partículas de polvo o microgotas de agua en suspensión) cuando el ser humano inhala vapores o polvo contaminados con unidades de virus vivas. El virus es ínfimo, y está presente en las excreciones del ratón: materia fecal, orina, saliva, sangre, líquidos corporales. De allí pasa al aire al secarse las excretas, y se adhiere por magnetismo a motas de polvo y a gotas de humedad, al ser mucho más pequeño que estas. El contagio por vía aerosólica se produce con mayor frecuencia en lugares cerrados y húmedos con presencia reciente de roedores, donde el virus puede tener una sobrevida, dependiendo de las condiciones de humedad del medio, de entre horas y pocos días. Resulta más difícil (aunque no imposible) el contagio por esta vía en lugares abiertos y expuestos al viento, que dispersa los aerosoles contaminados, y al sol y los rayos ultravioletas, que los matan. Al aire libre, el virus solo sobrevive pocas horas, aunque se desconoce el tiempo exacto.  También se puede producir el contagio al tomar contacto con ratones infectados, vivos o muertos, o con sus secreciones a través de llevarse la mano a la boca, la nariz, los ojos (contagio por vía conjuntival) o heridas; al ingerir agua o alimentos contaminados o al tomar contacto con elementos también contaminados que no hayan sido convenientemente desinfectados (herramientas, utensilios de cocina o camping, ropa, mobiliario), o por mordedura de un ratón infectado. La vía conjuntival es también apta, al llevar a los ojos manos o elementos contaminados.
Investigaciones epidemiológicas han ligado además la exposición humana al virus con actividades al aire libre, como el trabajo agrícola y forestal, el camping e incluso los ejercicios militares y aquellas en ambientes cerrados, como invasión de roedores a las casas. Todas las actividades descritas ocurren durante los meses de primavera, verano y principios del otoño de forma que es esperable una mayor ocurrencia de casos humanos en estos períodos del año.
Muchos de los enfermos registrados contrajeron la enfermedad en trabajos de desmalezamiento sin protección en las vías respiratorias, cuando las motoguadañas u otros elementos de desmalezamiento producen una fuerte concentración de polvo y partículas vegetales que pudieran estar infectadas y que son respiradas por los trabajadores. También hay consignados casos de contagio de personas dedicadas a la limpieza de áreas infectadas por roedores, al barrer pisos o sacudir alfombras que tengan presencia de secreciones de roedores infectados. Una vez que entra en el organismo, el virus tiene gran capacidad de penetrado e infección.
Como hemos dicho, el virus no sobrevive demasiado tiempo en contacto con el medio ambiente, fuera del roedor hospedador, pero deben evitarse, sin embargo, los lugares cerrados en donde pueda haber roedores, como chozas abandonadas, refugios precarios; leñeras cerradas y similares, que no hayan sido previamente desinfectadas.  “Se desconoce -dijo la viróloga Nora López, del Instituto Malbrán de Buenos Aires- cuánto debe durar el contacto con el virus para producir el contagio. Según investigaciones realizadas con la cepa Hantaan, en habitaciones deliberadamente preparadas con ratas portadoras, bastaron cinco minutos de exposición para que las personas resultaran seropositivas”[15].     “Nuestra experiencia    -manifestaron Brian Hjelle y Steve Simpson, especialistas norteamericanos que visitaron nuestro país para estudiar el brote de Hantavirus del 96- dice que en la mayoría de los casos que hemos documentado, el brote se produjo en gente que estuvo sacudiendo alfombras, o barriendo y levantando polvo en lugares donde había excrementos y que no estaban ventilados[16].     
El comportamiento descrito para la especie del roedor reservorio Oligoryzomis longicaudatus, al desaparecer sus poblaciones de las zonas boscosas a fines del invierno (agosto-septiembre) por falta de alimento (semillas) y su desplazamiento a sitios abiertos o a casas y graneros, resulta de importancia epidemiológica.
Una explicación alternativa al mayor número de casos en el verano-primavera podría ser la hipótesis que se ha postulado en que el virus se activaría en el roedor frente a amplias oscilaciones térmicas que ocurren en los ambientes abiertos, con mayor exposición al virus, durante ese período del año[17].       
En el brote actual sucedido en Epuyen, nos muestra que el contagio persona a persona es más probable de lo que se creía anteriormente. Si bien aún se está estudiando lo sucedido en el Instituto Malbrán, aparentemente el brote se inició a través de un hombre que había estado limpiando un cobertizo abandonado en el que podrían haber habido secreciones de ratones infectados. Esta persona acudió posteriormente a una fiesta a finales de noviembre de 2018, en la que se encontraban unas 50 personas, varias de las cuales se contagiaron y luego contagiaron a otros. Al respecto, el actual Secretario de Gobierno de Salud, Prof. Dr. Adolfo Rubinstein, señaló en declaraciones a TN que el Instituto Anlis-Malbrán está trabajando en la secuenciación del genoma del virus detectado en Epuyén, que pertenece a la cepa Andes-Sur. “Lo que ha cambiado es la vía de transmisión, se sabía del contagio interhumano, pero en los últimos 20 años no había habido vías de contagio entre personas. Estamos trabajando para tipificar el virus y para ver si hubo o no una mutación que cambiara la vía de transmisión”[18]. Otros investigadores han señalado que posiblemente la transmisión interhumana se produzca sólo en algunos genotipos del virus Andes (Sur y Buenos Aires). Entre los años 1995-2008 solo el 2,5% de los casos fueron probablemente por este tipo
de transmisión (Martínez 2010). También se ha encontrado el virus en sangre, orina y semen. En un estudio en Chile Ferrés 2007) el 3,4% de los convivientes de pacientes con Hantavirus desarrollaron la enfermedad, siendo el probable factor de riesgo más determinante el de pareja sexual. Hay evidencia de transmisión intrahospitalaria (Wells 1997), principalmente a personal de salud, pero también horizontal[19].
Como dato positivo, tenemos que recordar que solo un 10% de la población de ratones colilargos está infectada  (cifra aproximada, y con frecuencia el porcentaje es menor) Se trata además de un virus muy lábil, sensible a los rayos solares y que muere con el empleo de lavandina, detergente o desinfectantes del hogar.

Resumen de las formas más probables de contagio

  1. Por respiración de aire con polvillo al que se hayan adherido unidades de virus vivas.
  2. Por mordedura del ratón.
  3. Por llevarse las manos contaminadas por excretas de ratón a los ojos, boca o nariz.
  4. Por ingerir comida o frutos contaminados con secreciones del ratón
  5. Contagio interhumano, por aerosoles de la tos del infectado o por intercambio de fluidos con la persona enferma.

5. Vacunación y tratamiento

En su viaje reciente a Epuyén el Secretario de Gobierno de Salud, el ya citado Prof. Dr. Rubinstein, sostuvo que al momento no hay un tratamiento específico contra el Hantavirus, sino que se tratan las complicaciones derivadas del mismo. Se sabe que, si el paciente es precozmente diagnosticado e internado rápidamente en una unidad de cuidados intensivos, con ventilación asistida temprana, tiene mayores posibilidades de recuperarse. Es fundamental en el tratamiento inmediato, evitar episodios de hipoxia, incluso en el traslado a los cuidados intensivos. Por eso es muy importante que las personas que tuvieron contacto con roedores y presentan síntomas de fiebre, dolores musculares y disturbios respiratorios, consulten inmediatamente al médico. Igualmente, las personas que estuvieron en contacto con pacientes infectados, deben procurar inmediatamente asistencia médica. No existen hasta el momento vacunación ni tratamiento específico para el mal. El bajo número de casos dificulta el desarrollo de una vacuna, y hace poco atractiva la inversión en investigación por parte de los laboratorios. El descubridor del Hantavirus, Clarence Peters, sostuvo que se necesitará mucho tiempo para desarrollar una vacuna que sirva para atender a los pacientes infectados del mal. No obstante, hay una oferta de un importante centro de Biotecnología y Biomedicina de la Universidad de Concepción, Chile, para trabajar en conjunto con el Instituto Malbrán en el desarrollo de una vacuna para el futuro. La noticia (cuya fuente se cita al pie) dice que un estudio chileno está vinculado a la extracción de plasma hiperinmune de pacientes que hayan evolucionado favorablemente de un diagnóstico de hantavirus, para administrarlo a pacientes recién diagnosticados que estén atravesando la fase aguda de la enfermedad. “De esta forma, se espera que los anticuerpos en el suero de personas que sobrevivieron, proteja a los nuevos pacientes. Se está ensayando en Chile y aun es difícil concluir que este tratamiento es efectivo”, explicaron los profesionales trasandinos.
“Ese plasma que se extrae de pacientes que sobrevivieron al hanta contiene anticuerpos neutralizantes que quedan en su sangre. Son los que actuarían para disminuir la acción del virus y con ello la gravedad del hanta, esto no es 100% probado”, detalló Leonila Ferreira Cabrera, jefa de la Unidad de Cuidados Intermedios y de la Unidad de Terapia Intensiva del hospital clínico regional Guillermo Grant Benavente, en Concepción, una institución que acoge el grueso de los pacientes con hantavirus en Chile. “Nuestro hospital dispuso la implementación del Ecmo Veno Arterial como apoyo a los pacientes. Se trata de una máquina que reemplaza la función pulmonar y cardíaca. Se trata de una modalidad de “soporte temporario artificial del sistema respiratorio y/o cardiovascular utilizado en el tratamiento de la falla cardiopulmonar refractaria a tratamientos convencionales. Saca la sangre por cánula, la oxigena afuera y por una bomba centrífuga, la envía a una arteria del paciente. Esto llevó a mejorar la sobrevida de los pacientes en un 82%”, puntualizó Ferreira Cabrera. A raíz del brote de hantavirus en Epuyén, el Centro de Biotecnología y Biomedicina SpA de la Universidad de Concepción, Chile, propuso a las autoridades sanitarias de Argentina trabajar en conjunto a fin de acelerar el desarrollo de una vacuna contra el hantavirus. La idea, sugirieron en una carta, es “llevar a cabo las etapas evaluación preclínica y clínicas de esta formulación vacunal, siguiendo a los estándares de la entidad reguladora Argentina”. “La colaboración con el Instituto Carlos Malbrán podría acelerar notablemente la llegada al pueblo de esta vacuna”, plantearon desde la Universidad de Concepción. El doctor en Ciencias Biológicas Oliberto Sánchez Ramos, profesor de la universidad, recalcó que “la vacuna ha dado muy buenos resultados tanto en ratones como en hámster” y que actualmente “se está produciendo en una planta de producción de biológicos, bajo condiciones de buenas prácticas de manufactura”. Aseguró además que esperan “tener los primeros lotes GMP en los próximos dos a tres meses”[20].
Existe una droga que aparentemente reduce las posibilidades de muerte en los infectados, aunque tiene efectos colaterales indeseables, según fuentes médicas. Esta droga, llamada Ribavirina, se ha empleado en los Estados Unidos de Norteamérica para las enfermedades producidas por virus Hanta y la fiebre Lassa, ambas transmitidas por roedores, pero médicos argentinos han dicho que este medicamento no es específico para el Hantavirus, aunque ayude un poco. Según el infectólogo Daniel Stamboulian, la droga, suministrada en dosis altas, ha demostrado su utilidad para la forma renal de la enfermedad, pero en el síndrome pulmonar, su rol no está absolutamente demostrado. El Prof. Dr. Rubinstein ha manifestado que se evalúa con el Instituto Malbrán comenzar el tratamiento con esta droga. Para Peters, las defensas de cada paciente son mucho más importantes, hasta el momento, que los antibióticos.
En el brote de Epuyén, se ha aplicado una política de aislamiento de las personas que han estado en contacto con los afectados, durante un período similar al de la incubación del virus, a fin de evitar que, si estas personas han contraído la enfermedad, aunque aún no se manifieste, sigan difundiéndola si llevan una vida normal.


6. La situación actual en el Parque Nacional Nahuel Huapi

La situación concreta que enfrentamos en este tiempo, relacionada con la floración de la caña coligüe en el sector noroeste del Parque Nahuel Huapi y el esperable aumento en la población de roedores portadores del virus hacia fines del verano y principios del otoño, es extraordinaria y se superará al cabo de un año, de acuerdo a lo que suceda en el desarrollo de este fenómeno. La presencia endémica de oligoryzomys, en cambio, es y será una realidad permanente en la zona cordillerana.  Respecto de la crisis actual, el único curso de acción posible consiste en extremar las precauciones y las medidas de protección que mencionaremos en los títulos siguientes. Sobre la floración de la caña, huelga decir que nada podemos hacer. Es un proceso natural y necesario, que será por otra parte estudiado a fin de intentar establecer las variables que inciden en la periodicidad del fenómeno. Por otro lado, no hay ninguna manera de contener la invasión de roedores (la «ratada») y la intensidad del aumento de la población hace inefectiva cualquier iniciativa tendiente a la captura masiva. La erradicación total de la subespecie portadora, en esta circunstancia o en las épocas normales, es imposible no sólo por la dificultad material que existe para hacerlo, sino además por las consecuencias que podría tener para el ecosistema, y porque cuando se la ataca masivamente, tiende a multiplicar su actividad reproductiva para conservar la población. Lo que sí podemos y debemos intentar es alejar al oligoryzomys longicaudatus de las áreas de movimiento del hombre, y evitar el contacto con el roedor, sus nidos y sus excretas, incorporando costumbres firmes de higiene ambiental.

Escenario posible

En base a la experiencia vivida en episodios similares anteriores, podemos plantear un escenario para la región noroeste del Parque Nacional Nahuel Huapi, aunque es importante tener en cuenta que no necesariamente los eventos y sus magnitudes tienen que ocurrir de forma igual a los anteriores por distintas causas, por lo que las predicciones aquí planteadas son especulativas.
El florecimiento comenzó en la primavera de 2018 y los granos fueron madurando desde entonces. Entre febrero y marzo de 2019 comenzarán a caer las semillas, hasta abril. Es esperable que las poblaciones de ratones (en particular el ratón colilargo) respondan a esta circunstancia, aumentando significativamente hacia fines del verano y otoño (la “ratada”); la cantidad de ratones sería alta hasta la primavera de 2019 (esperándose el pico para el mes de mayo) con los consiguientes riesgos sanitarios mencionados previamente. El colapso de las poblaciones empieza aun antes de que se acaben las semillas, con lo cual la cantidad de ratones al verano próximo (diciembre 2019- marzo 2020) sería más baja de lo normal y a partir de allí comenzaría a recuperarse. La muerte de las cañas que florecieron comenzará a notarse en el verano (enero-marzo de 2019) y será muy visible en el verano siguiente (diciembre de 2019- marzo de 2020), permaneciendo así entre 10 y 15 años más, lo que aumentará significativamente los riesgos de incendios forestales. Las semillas producidas originarán la nueva generación de cañas, que comenzará a crecer en la primavera de 2019, iniciándose así un nuevo ciclo para la especie.

7. La prevención en general

Luego de todo lo dicho, que nos permitió comprender de forma más acabada lo que es la enfermedad, el virus que la provoca, las costumbres del roedor reservorio y la situación particular que atravesamos por la floración masiva de la caña coligüe, llega el momento de abordar el objetivo principal de este trabajo, que consiste en intentar hacer un compendio de las medidas a tomar en aras a la prevención, de manera especial en la vida en la naturaleza.
Si bien la posibilidad de contraer enfermedad por hantavirus no es alta cuando se toman los recaudos necesarios, frente a la actual emergencia debemos extremar las precauciones reaprendiendo a convivir con una situación que permanecerá en el tiempo, aunque muy mitigada cuando culmine el proceso de la floración del coligual en la zona afectada. Para lograr resultados preventivos adecuados, es la población humana la que debe desarrollar costumbres de higiene ambiental. La precaución central consiste en evitar la convivencia del hombre con el roedor, y evitar el contacto con los mismos y sus secreciones.  Sin embargo, es preciso conocer las medidas de seguridad convenientes y las que no lo son, ya que muchas actitudes de prevención que se toman apresuradamente pueden resultar contraproducentes. Por ejemplo, el desmalezamiento indiscriminado de rosa mosqueta y retama, vegetales propios de la vera de los caminos, quita, en épocas normales (no tanto en esta situación de florecimiento del coligual) el hábitat y la fuente de alimentos al roedor, que se vería obligado a acercarse a las viviendas humanas en busca de comida. Por ello, es preciso asesorarse bien antes de proceder a una maniobra de este tipo. Por otra parte, la utilización también indiscriminada de venenos rodenticidas puede afectar la fauna predadora del ratón, que se envenena accidentalmente, por lo que es preferible la caza con tramperas golpeadoras. Además, el uso de venenos puede hacer que los roedores mueran en lugares no visibles desde donde el cadáver podría infectar, en las primeras horas, el aire con unidades de virus aerosolizadas.
Sabemos que los lugares más propensos a la infección son los ambientes que han permanecido cerrados o sin ventilación durante tiempo prolongado, o los matorrales donde existe un entorno favorable para el anidamiento de roedores. Por ello, estamos en condiciones de establecer que son tareas potencialmente riesgosas:
·         Los trabajos de desmalezamiento en zonas afectadas por la presencia del roedor: El trabajo de desmalezamiento, especialmente cuando implica la remoción de la flora que habitualmente sirve de hábitat al colilargo (rosa mosqueta, retama, caña coligüe y en menor medida los del género Berberis -calafate, etc.) enfrenta al operador al riesgo de tomar contacto con la dispersión de nidos contaminados o excretas del roedor.
·         La ocupación o limpieza de lugares cerrados que pudieran estar contaminados con excretas del roedor: granjas, galpones, leñeras; depósito de mercaderías; despensas, etc.
·         Ocupación de áreas infestadas por roedores, o casas con población de roedores en áreas circundantes.
·         Trabajos de cualquier tipo en lugares cerrados que contengan elementos que atraigan a los roedores: depósitos de granos, nueces, frutas secas, semillas.
·         Siembra o cosecha en campos con presencia de ratones infectados.



Consejos generales para la prevención

Ya hemos tenido la oportunidad de decir que el virus es muy débil y muere con facilidad, ya que como informa el Dr. Rodolfo Maino, “la cubierta lipídica del Hantavirus es susceptible a la mayoría de los desinfectantes y detergentes de uso doméstico, también a la solución diluida de hipoclorito de sodio y al alcohol etílico al 70 %”[21].
No obstante, para esto hay que tomar una serie de medidas de prevención que detallamos a continuación:

  1. Digamos una vez más que el virus no tiene mucho tiempo de sobrevida fuera del hospedador, excepto en lugares cerrados y con alto tenor de humedad donde puede vivir horas y hasta días. No obstante, se elimina fácilmente con agentes desinfectantes tales como la lavandina al 10% (una parte de lavandina y diez de agua) o el amonio cuaternario (amoníaco), aunque la mayoría de los investigadores coinciden al decir que el desinfectante más efectivo es la iodopovidona (Pervinox).

  1. Por lo mismo, previo a ingresar a una cabaña o casa que ha estado deshabitada o cerrada desde hace mucho tiempo, hay que dejar abiertas las ventanas y puertas por lo menos media hora, y luego proceder a una limpieza cuidadosa echando cloro o lavandina al 10% en el piso, dejándolo actuar. Pase un trapo de piso embebido en agua, detergente y lavandina al 10% en todas las superficies por las que pudieran haber merodeado ratones. Las tareas de limpieza de estos lugares deben ser hechas con trapos y secador, nunca con escoba (que aerosolizaría el polvo quizá contaminado) y mediante el empleo de guantes de goma, zapatos y medias, gorro y protección ocular, y un barbijo 95, 99 o 100 para nariz y boca. Si la contaminación es muy importante use botas de goma, máscaras de filtro HEPA y báñese luego de la tarea, limpiando luego todas las ropas y los elementos usados en el trabajo.

  1. Elimine la presencia de escombros, leña, ramas, vehículos abandonados, neumáticos usados y todo lo que pueda ser utilizado como guarida por los roedores de la vecindad de su domicilio, especialmente durante el invierno.

  1. Evite dejar elementos abandonados en depósitos o galpones, que los roedores puedan utilizar como refugio, como ser sillones, placares, tachos, etc. 

  1. Coloque la madera y troncos de árboles cortados a una distancia mayor de 30 metros de la casa habitación. La leña debe estar estibada a unos 30 cm del suelo. Para el manejo de leña es imprescindible usar guantes.

  1. Mantenga permanente y estrictamente las medidas de higiene normales de una vivienda: evite la acumulación de basura; elimine los restos de alimentos, de lavado de la vajilla de cocina y mesa, o de limpieza de pisos, mesas y enseres. Los desperdicios deben eliminarse en bolsas plásticas y depositarse en tachos especiales, con tapa a prueba de perros y roedores.  

  1. Guarde la comida, incluso la de sus mascotas, en recipientes de metal o plástico grueso con tapas bien ajustadas.

  1. Lave los platos y utensilios de cocina inmediatamente después de usarlos.

  1. Mantenga el área libre de roedores a través de la higiene y la desratización frecuentes. 

  1. En zonas donde se hayan detectado roedores o sus excretas, se deberán colocar tramperas en toda el área hasta que desaparezcan. No se deben tocar los roedores atrapados sin antes rociar al animal muerto (o sus nidos) con lavandina al 10%, esperando por lo menos 30 minutos. Luego se deberá retirar la trampera con guantes y se colocará en doble bolsa de residuos (una dentro de la otra) bien cerradas. Posteriormente se incinerará o se enterrará a por lo menos 30 cm de profundidad. La trampera se enjuagará con agua y se dejará secar al sol antes de volverla usar. Todas estas maniobras hay que hacerlas con guantes y barbijo. Es aconsejable mantener las tramperas armadas durante todo el otoño y el invierno en los distintos ambientes de la vivienda, especialmente aquellos en donde frecuentemente se trampea algún ratón, revisando asiduamente las trampas colocadas para deshacerse de ratones eventualmente cazados.

  1. Es conveniente utilizar tramperas y no rodenticidas para la caza de los roedores, de forma de evitar la posibilidad de que los animales mueran en lugares de difícil acceso o no visibles, con lo que se impide su eliminación inmediata.

  1. Si tiene la certeza (por presencia de excretas o mordeduras) de que los ratones han merodeado comida, rocíe la misma con lavandina al 10% y descártela en doble bolsa de plástico, quemándola o enterrándola para prevenir el cirujeo.

  1. Selle con cemento cualquier abertura de su casa de más de cinco centímetros de diámetro que pudiera permitir el ingreso de roedores.

  1. Levante cimientos de cemento en la construcción de galpones o graneros.

  1. Selle y desratice los galpones.

  1. Corte el pasto y arbustos densos en un perímetro de 30 metros de la casa. Esta tarea debe realizarse luego de tapar todos los agujeros de ingreso de roedores a la casa ya que al alterar su hábitat este animal podría intentar buscar refugio en la vivienda del hombre. En zonas endémicas este desmalezado debe realizarse luego de las tareas de desratización.

  1. En los trabajos de desmalezamiento y limpieza de terrenos use guantes, barbijo y protección en los ojos.

  1. Es preferible desmalezar en invierno.

  1. No deje la comida de las mascotas en sus recipientes y al alcance de los ratones.

  1. Fortalezca el hábito de lavarse muy bien las manos antes y después de realizar cualquier tarea, por inofensiva que parezca.

  1. Tenga especial cuidado en la puesta en marcha de aparatos de aire acondicionado cuyos filtros o conductos puedan haber tenido contacto con polvo contaminado, roedores o excretas de los mismos.

  1. La misma precaución deberá considerarse con el uso de ventiladores, evitando ponerlos en marcha antes de haber tomado todos los cuidados razonables.

  1. Recuerde informar a las autoridades de salud sobre el incremento anormal de la población de roedores.

  1. En el caso de que se soliciten los servicios de una empresa de control de plagas, que ésta esté debidamente habilitada y con un profesional como responsable técnico.

  1. Considerando las características del virus Andes), se aconseja que los profesionales y familiares que atiendan pacientes de Síndrome Pulmonar por Hantavirus, observen las medidas internacionales de bioseguridad, usando mascarillas, barbijos, guantes quirúrgicos y camisolines. Y que quienes han tenido contacto con personas que resultaron estar infectadas, se hagan presentes en los centros de salud para recibir las instrucciones de aislamiento, control y eventual tratamiento de ser necesario.


8. El Hantavirus y las actividades de turismo activo en zonas rurales, naturales y agrestes

Muchas dudas (y algunos temores) han hecho presa de deportistas, amantes del turismo de aventura, el trekking, el montañismo, mountain-bike, campamentismo y otras actividades de turismo activo en zonas rurales, naturales o agrestes, frente al riesgo de exponerse al contacto con el virus y subsecuentemente contraer la enfermedad.  Frente a esto, hacemos en primer lugar las siguientes consideraciones:
  1. En épocas normales, y de acuerdo a la información brindada por las autoridades sanitarias del Siprosalud de Chubut, es difícil que haya, en sendas y picadas, una carga viral que pueda contagiar a alguien. Por ello, en el folleto de prevención para evitar el contagio del hantavirus que emanara en 1996, la Administración de Parques Nacionales sostenía que es muy baja la probabilidad de contraer la enfermedad producida por hantavirus cuando se realizan actividades recreativas en zonas agrestes. También por aquellos años las autoridades de la IV Zona Sanitaria de la comarca andina, con el aval de los principales científicos argentinos y extranjeros, sostenían en un comunicado del 22 de noviembre de 1996 que el riesgo de contraer la enfermedad por hantavirus en la zona del Parque, en épocas normales, es similar al riesgo de contraer una enfermedad virósica en cualquier ciudad del país y del mundo, y que la actividad turística desarrollada en el Parque y en sus circuitos turísticos no constituyen una zona de riesgo especial de infección.

  1. El virus no sobrevive demasiado tiempo fuera del organismo del ratón hospedador, pero es además especialmente sensible a los rayos ultravioletas y a la luz solar en general, frente a la que muere rápidamente.

  1. Los hábitos del colilargo son predominantemente nocturnos, por lo que hay pocas posibilidades de que se tome contacto con virus vivos, en sendas y picadas, en las horas diurnas.

  1. No obstante lo apuntado precedentemente, aun cuando hubiera presencia de excretas contaminadas, al aire libre existe una dispersión debida al viento que dificulta (aunque no elimina) la concentración viral necesaria para el contagio.

  1. Los campings habilitados por Parques Nacionales observan todas las garantías y son controlados periódicamente.

  1. Se ha verificado además que la incidencia porcentual de este virus en niños y jóvenes es muy baja (a lo que podemos agregar que esto se debe a que el riesgo de exposición de niños y jóvenes es muy inferior al de los adultos, ya que son los adultos quienes realizan las actividades que pueden entrañar algún riesgo, mientras que los niños y jóvenes, con importante cantidad de tiempo en actividades al aire libre, no están expuestos por las razones antes apuntadas.

  1. El Dr. Clarence Peters, uno de los más importantes especialistas en Hantavirus del mundo, sostuvo hace unos años que los turistas que acampan en lugares recónditos no se exponen a un riesgo importante de contagio, “aunque escarben en cuevas de roedores o estén muy metidos en el monte”.  Peters era por entonces Jefe de la Sección Patógenos Especiales del Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC), con sede en la ciudad de Atlanta, y fue uno de los encargados de estudiar el primer brote de la enfermedad que se registró en ese país.
La situación actual, sin embargo, derivada del esperado aumento de la población de colilargos como consecuencia de la floración y semillación de la caña coligue en la zona noroeste del Parque Nahuel Huapi, nos obliga a extremar algunas precauciones de manera especial desde el otoño de 2019. Estas precauciones son las que detallamos a continuación.


9. Precauciones a tomar en actividades de campamento, excursionismo, trekking y similares

  1. Como precaución general, es necesario evitar todo tipo de contacto con roedores silvestres, sus nidos y sus secreciones.

  1. Es preciso acampar en áreas autorizadas. Al elegir el emplazamiento del campamento, preferir sitios alejados de posibles refugios de roedores (matorrales de retama o rosa mosqueta, cañaverales o arbustos tupidos; basurales y pilas de leña). Son recomendables los lugares soleados.

  1. En caso de tener que desmalezar zonas de acampe, debe hacérselo cuando las mismas no están en uso, y se dejarán pasar algunos días (al menos cuatro o cinco) desde el desmalezamiento hasta su utilización.

  1. En la zona en que se instale el Campamento, la basura orgánica será desplazada a un lugar lejano de cocina y despensa, buscándose además su evacuación constante, y evitando el derrame de basura, a fin de no motivar la presencia de roedores merodeando el lugar. Deben utilizarse, para la basura, contenedores cerrados de materiales resistentes (lata o plástico duro) para evitar que los roedores puedan acceder al contenido. El Campamento debe estar permanentemente limpio y ordenado.

  1. Es necesario disponer la estiba de la comida en recipientes cerrados, resistentes a los roedores y fuera del alcance de éstos. La limpieza del área de cocina y despensa debe ser muy cuidada, y se debe desinfectar diariamente, en horas de la mañana, y antes del comienzo del trabajo, las zonas de mesadas con agua lavandina diluida en agua (en relación 10/90).

  1. Puede ser conveniente colocar tramperas en el Campamento Base, más como una precaución para testear la presencia de roedores que por un riesgo real. En caso de capturas, se procederá a dar aviso a las autoridades sanitarias de Bariloche. Se rociarán los roedores muertos, nidos, y todo lo que pudiese haber estado en contacto con los roedores, con un desinfectante a base de agua lavandina o agua clorada.

  1. El agua para consumo y limpieza se guardará en recipientes cerrados.

  1. Los utensilios de cocina, y la vajilla personal, se lavarán inmediatamente después de utilizados, tanto en el Campamento Base como en los campamentos volantes, guardándose de forma que no puedan ser merodeados por roedores. No debe quedar, durante la noche especialmente, comida en platos u ollas, o agua en recipientes que puedan ser accedidos por roedores.

  1. En los campamentos volantes, la basura orgánica se evacuará, enterrará o quemará, evitando absolutamente su venteo o dispersión entre las plantas, ya que esto constituye un motivo de acercamiento de roedores.

  1. Los alimentos para los campamentos volantes deben ser guardados en recipientes herméticos tipo Tapper-ware. El pan se guardará, en los pernoctes, dentro de carpas cerradas.

  1. Se evitarán los lugares de campamento volante con presencia de basurales cercanos, o pilas de leña, en donde los roedores pueden haber creado un hábitat por la presencia frecuente de comida.

  1. Es menester usar carpas con piso, cierre total. y sin agujeros. Las carpas se armarán en lugares limpios, con pasto corto y libres de matorrales o pastizales, y se mantendrán permanentemente cerradas salvo para su aireado.

  1. Evitar dormir fuera de las carpas, o sobre la tierra o pasto, donde los roedores puedan haber defecado u orinado.

  1. Evitar tirarse al suelo en zonas de pastizales altos.

  1. No entrar a las carpas con calzado puesto, que puede introducir tierra contaminada dentro de las carpas.

  1. Dejar limpios los lugares de acampe utilizados. Evacuar la basura.

  1. Caminar por sendas habilitadas y abiertas, evitando internarse en cañaverales o zonas de vegetación cerrada.

  1. Deben tomarse precauciones al usar refugios “vivac”, sin encargado. En general, se desestimará usar cabañas o cualquier tipo de construcción que se encuentre abandonada.

  1. En cuanto a la vestimenta, se desaconseja el uso de ojotas, sandalias u otros calzados abiertos, por la posibilidad de que zonas lastimadas del pié entren en contacto con excretas de roedores. Usar botas de trekking, borceguíes o, en general, calzado cerrado. Son muy recomendables los pantalones largos y camisa de manga larga, al caminar entre cañaverales, matorrales, pastizales o picadas muy cerradas.

  1. Evitar ingerir frutos silvestres (Berberis en general: sauco, calafate, etc; frutillas y otros), salvo que hayan sido conveniente y cuidadosamente lavados, y no introducir en la boca pastos, ramas o vegetales, ya que pueden estar contaminados por excretas del ratón con unidades vivas del virus.

  1. Cuando se desconfíe de la calidad del agua para beber, lavar la vajilla o lavarse cara, manos y dientes, se la clorinará con dos gotas de lavandina por litro, dejándola descansar media hora, o simplemente se la hervirá. Esto es especialmente aconsejable en aguas de lagunas con poca oxigenación.

  1. No molestar a los predadores naturales de los roedores: aves rapaces en general, lechuzones, lechuzas, chimangos, zorros, hurones y pumas.

  1. Realizar una frecuente limpieza de ropa, calzado y elementos de pernocte, limpieza que debe ser total al final de su actividad.

Conclusión

Las actividades de campamentismo, senderismo, trekking o montañismo o turismo activo en general en áreas rurales, naturales y agrestes exponen a quienes las practican a atravesar zonas en las que puede haber concentración de roedores algunos de los cuales pueden estar infectados por hantavirus. Por lo mismo, se deben extremar las precauciones para evitar el contacto (directo o aerosólico) con secreciones de ratones. En épocas normales no hay, a partir de lo investigado, especiales razones que hagan a la actividad de campamentismo y vida al aire libre una actividad de riesgo, en la medida en que se tomen las precauciones que se indican más arriba. Felizmente, en todos estos años, no existen reportes de contagio de mochileros, montañistas o excursionistas. La situación actual, como lo hemos dicho, es diferente, y hace recomendable una prevención más cuidada. Por todo lo expuesto, se recomienda realizar campamentismo, senderismo, trekking o turismo activo en las zonas donde el Hantavirus es endémico tomando todas las precauciones señaladas y las que pudieran determinar las autoridades nacionales, provinciales, municipales, sanitarias o de Parques Nacionales.


(Trabajo de recopilación, investigación y ordenamiento realizado por el Prof.  Lic. Raúl Francisco Llusá) 


Fuentes y referencias

  • Sage, R.D. 2003. A Preliminary Report About The Effects Of The 2000 Flowering of Caña Colihue Bamboo on Rodents in Parque Nacional Lanin. Informe a la APN.

  • Sage, R. D., O. P. Pearson, J. Sanguinetti, and A. K. Pearson. 2007. Ratada 2001: a rodent outbreak following the flowering of bamboo (Chusquea culeou) in southwestern Argentina. Pp. 177–224 En: The quintessential naturalist: honoring the life and legacy of Oliver P. Pearson (D. A. Kelt, E. P. Lessa, J. Salazar-Bravo, and J. L. Patton, eds.). University of California Publications in Zoology 134. 

  • Sanguinetti, J. y L. García. 2001. Floración masiva de Chusquea culeou en el Parque Nacional Lanín. Eventuales consecuencias ecológicas, su vinculación con las actividades humanas, y necesidades de Manejo y Monitoreo. Informe a la APN.


  • Informe sobre Floración de la caña Coligüe de Administración de Parques Nacionales – Delegación regional Patagonia – Octubre de 2010

  • Informe del Sr. Martín García Casabal


  • Informe del Sr. Rodolfo Maino, Miembro Fundador de la Sociedad Argentina de Genética Médica, ex presidente de la Sociedad de Medicina Interna de Buenos Aires, en la Revista Digital de la SMIBA, http://www.smiba.org.ar/revista/smiba_01/hanta.htm

  • Informe de Martin Garcia Casabal - Le 7837652

  • Referencia De la Dirección General de defensa Civil de la Provincia de Buenos Aires, Dpto. Instrucción Técnica de Prevención – Dirección de Educación Civil . Fuente: Informe Dr. Diego Painceira, HANTAVIRUS: Ecosistema enfermo.









[2] Conviene agregar que en Chile se produjo, en la primera parte de los años 90, una floración masiva de la caña quila (Chusquea quila) produciéndose entonces un considerable aumento de la población del ratón colilargo común. Sostuvo por aquellos años el ya fallecido naturalista Oliver Pearson que un investigador amigo suyo atrapó 1500 ejemplares de colilargo en una sola noche.

[3] Por otra parte, los fenómenos climáticos El Niño-La Niña son grandes reguladores de la ocurrencia del fuego, pues alternan periodos húmedos y frescos (El Niño) con otros cálidos y secos (“La Niña”). La combinación de combustible-clima seco-intervención humana incrementa el riesgo de ocurrencia de incendios forestales severos, lo cual debe ser tenido muy en cuenta.
[4] Estudios de laboratorio han confirmado que en algunas especies de roedores sinantrópicos hay presencia de hantavirus, como en el  Rattus norvegicusEstudios publicados en Revista médica de Chile, v. 131 nº 2, Santiago de Chile, Febrero de 2003, nos dicen que, aunque en muy menor medida que el Longicaudatus, el Abrothrix longipilis  también puede ser vector y de hecho se han realizado capturas de individuos infectados. El ratón doméstico (Mus musculus) no está involucrado en la transmisión del virus.
[5] Mamíferos roedores de la familia Cricetidae.
[6] Para el infectólogo Daniel Stamboulián, en declaraciones hechas al Diario Clarín el 26-11-96, el radio de movilización normal es de 300 mts.

[7] De acuerdo con un extenso estudio realizado en febrero de 1972 por Julio Contreras  -biólogo de la Fundación Bariloche- en la estación biológica de la Isla Victoria (P.N. Nahuel Huapi) se conoció que el roedor colilargo es un colonizador exclusivo de la mayoría de los ambientes disponibles en esta isla. Por las condiciones particulares del lugar, el roedor se ha desarrollado allí sin dificultad y con condiciones favorables con la sola amenaza de algunos predadores como el búho pequeño o lechuzón, y tres especies de comadrejas.
[8] Dos años, según el naturalista Miguel Christie, ya que es capturada por sus predadores naturales.
[9] Clarín, 16-1-2019
[10] En La Nación, 19-11-96
[12] Sociedad Argentina de Infectología, Comisión de enfermedades endémicas y emergentes, en https://drive.google.com/file/d/1uT1MnIF05O50YhJ8m-tviF2W849pbTvD/view
[13] https://www.barilochense.com/notas/chile-ofrece-a-argentina-un-antidoto-contra-el-hantavirus
[14] (Dra. Delia Enría, directora del Instituto de Investigación de Enfermedades Virales Dr. Julio Maiztegui de Pergamino, La Nación, 21-11-96)
[15] La Nación, 19-11-96
[16] Clarín, 26-11-96
[17] Hjelle B. Hantavirus en roedores: Infección aguda, persistencia y reactivación. II Reunión Internacional: Hantavirus, Ecología y Enfermedad. Valdivia, Chile, Marzo, 2001.
[19] Sociedad Argentina de Infectología, Comisión de enfermedades endémicas y emergentes, en https://drive.google.com/file/d/1uT1MnIF05O50YhJ8m-tviF2W849pbTvD/view

[20] https://www.barilochense.com/notas/chile-ofrece-a-argentina-un-antidoto-contra-el-hantavirus