Informe
sobre Hantavirus
Enero
de 2019
Por el Prof. Lic. Raúl F. Llusá
ADVERTENCIA
PRELIMINAR
La información
contenida en este trabajo es orientativa y fue recopilada en 1996, 2011 y 2019
para ser evaluada por aquellos que desarrollan actividades deportivas o de vida
al aire libre en lugares en donde existe, en mayor o menor medida, población
habitual o extraordinaria de roedores que pudieran estar infectados con el
Virus Hanta.
Se ha realizado
teniendo en cuenta las particularidades del Parque Nacional Nahuel Huapi,
aunque las conclusiones y recomendaciones pueden servir para todas las zonas
endémicas del virus.
Ha sido extraída de
las fuentes que se consignan en las notas al pie y al final del documento. El
autor de este informe no se responsabiliza por las expresiones de los
profesionales citados ni por las consecuencias que se desprendan de las
actividades que realice el eventual lector en zonas afectadas por el Hantavirus
o que pudieran llegar a estarlo. La información no debe ser usada para
diagnóstico o tratamiento de ninguna enfermedad. Ante cualquier duda consulte a
un profesional de la salud.
1. Presentación
En la
primavera de 2018 comenzó en el suroeste de la provincia de Neuquén, noroeste del
Parque Nacional Nahuel Huapi un proceso de floración masiva de la Caña Coligüe
(Chusquea Culeou), fenómeno que no se registraba en esta latitud desde
1938/1939, aunque hace pocos años (primavera de 2010) se produjo en otras zonas
del Parque, afectando entre 300.000 y 400.000 hectáreas del mismo. Es sabido que cuando esto sucede, la oferta de
semilla, que sirve de alimento para varias especies animales, motiva la
proliferación de roedores, entre ellos el Oligoryzomis Longicaudatus (ratón colilargo),
que es vector del virus Hanta, en la cepa Andes. Por lo mismo, se está
realizando, por parte de una Mesa Interinstitucional de Trabajo, una oportuna
tarea de concientización de la población respecto de los cuidados y
precauciones que hay que desarrollar para evitar posibles casos de contagio de
esta enfermedad, cuyas complicaciones pueden llegar a ocasionar la muerte.
Debido a
que las vías de aproximación a las montañas del Parque Nahuel Huapi, y en
general todas las sendas y picadas, atraviesan densos coliguales en algunas
zonas, en muchas personas relacionadas con las actividades de excursionismo,
camping, trekking y montañismo ha surgido una explicable inquietud respecto de
los riesgos que pueden sobrevenir a quienes transiten por el Parque en esta
época de floración y muy probable aumento de la población de colilargos, aunque
los expertos calculan que el riesgo de aumento de la población de roedores se
producirá hacia finales del verano y principios del otoño de 2019, cuando
madurarán las semillas, sujeto esto a factores climáticos y otros.
Es por
ello que hemos hecho esta investigación (que es actualización de otras anteriores,
publicadas en noviembre de 1996 y enero de 2011), en la seguridad de que podrá
servir para concentrar las informaciones y los consejos de prevención que
ofrecen las autoridades a fin de minimizar las posibilidades de sufrir el
contagio de la enfermedad del Hantavirus realizando este tipo de actividades.
Para
brindar una acabada comprensión del tema que nos ocupa, brindaremos a
continuación una serie de datos relativos a la caña coligüe, su proceso de
floración, el ratón colilargo (vector del virus), el virus en sí y la
enfermedad que produce en los humanos, la situación actual y la proyección
posible de los hechos en el Parque Nahuel Huapi, para concluir con las
recomendaciones de prevención tanto generales como específicas para las
actividades deportivas y de esparcimiento al aire libre.
Caña Colihue en flor, senda a cascada Ñivinco, Parque Nacional Nahuel Huapi.
Foto del autor.
2. La caña colihue (Chusquea Culeou)
Caña Colihue (Chusquea culeou)
La caña
colihue (Chusquea culeou) es una gramínea arbustiva perenne,
que pertenece a la subfamilia botánica de las bambuáceas (bambusoideae),
de las cuales existen unas mil especies distribuidas en todo el mundo.
El
género Chusquea está ampliamente extendido en América Central y Sudamérica,
donde crece especialmente en las zonas húmedas de los bosques templados del sur
de Chile y el sudoeste de Argentina. En la zona austral de nuestro país se
identificaron tres especies pertenecientes al género: Chusquea culeou;
Chusquea argentina; Chusquea montana y una subespecie, la Chusquea
culeou longiramea. Las cuatro especies o subespecies están presentes en el
Parque Nacional Nahuel Huapi y también en el Parque Nacional
Lanín. Describiremos a continuación la especie Chusquea
culeou, que es la que se encuentra en proceso de floración en el PNNH.
De las
cuatro especies de Chusquea mencionadas, sólo la Chusquea culeou está
ampliamente distribuida entre los 35º y los 47º de latitud Sur, ocupando
una estrecha franja a lo largo de la Cordillera de los Andes, en las provincias
de Neuquén, Río Negro y norte de Chubut, desarrollándose en zonas húmedas, con
precipitaciones de entre 600 y 4000 mm anuales, y entre los 700 y 1450 mts.
sobre el nivel del mar. Forma poblaciones puras en zonas abiertas sin
bosque o constituye el sotobosque denso del bosque de Nothofagus dombeyi
(coihue). Sus hojas son lanceoladas y cubiertas de pelos, poseyendo una
pequeña espina en la punta. Las flores son similares a las de los pastos o
el trigo (pequeñas y organizadas en inflorescencia con forma de espiga de color
castaño) y cada espiga genera numerosas semillas del tamaño de un grano de
arroz. Sus cañas son rectas, de unos cuatro y hasta seis metros de altura
en los ejemplares adultos, y fueron utilizadas por las poblaciones
originarias para construir el asta de sus lanzas y
los mapuche las siguen usando para hacer el instrumento musical
llamado trutruca. Una de las particularidades de esta Chusquea es
su tronco leñoso, con madera sólida, lo que la diferencia de la gran mayoría de
las Bambusoideae, que son huecas.
Florecimiento y semillación
de la caña colihue
A diferencia de la mayoría de sus parientes los
pastos, la caña coligüe puede vivir muchos años. Esta especie posee una
estrategia reproductiva muy particular, que incide directamente en el problema
que tratamos en este trabajo. Se reproduce de dos maneras diferentes: la
primera es sexuada, a través de ciclos de floración cuya periodicidad no está
demasiado bien determinada, aunque entre ciclo y ciclo hay siempre varias
décadas, entre 60 y 80 años[1] (antes se creía que el período interfloración
era menor). La floración marca el fin del ciclo de la vida de la caña, que
muere. La segunda es la reproducción vegetativa (asexuada) que constituye un
proceso por el cual la planta se va desarrollando a través de la división de
los rizomas subterráneos que producen nuevos tallos, con idéntica estructura
genética que la de la planta origen. Pero sólo la reproducción sexuada, que se
realiza a través del florecimiento de la caña (con esparcimiento del polen a
través del viento), da lugar a nuevos ejemplares genéticamente adaptados a las
condiciones mudables del medio.
Si bien algunas varas o matorrales de cañas
coligüe florecen casi todos los años (aunque originando frecuentemente flores
estériles que no producen semillas, y sólo muy pocas dan flores fértiles que
generan granos), lo particular y sorprendente de esta especie es que florece
masiva y simultáneamente en toda una región de decenas y hasta cientos de miles
de hectáreas. Esto sucede, como hemos dicho, cada período de tiempo que se
calcula entre 60 y 80 años.
Detalle de la espiga de la caña colihue
Semillación
y surgimiento de la nueva generación
La
floración da lugar, como hemos dicho, a una semillación posterior también
masiva. Cada vara florecida fértil produce una enorme cantidad de semillas, que puede alcanzar los 600 g/m2. Estas semillas poseen una genética distinta y adaptada a los cambios del
medio. La caña libera al suelo la semilla a fines de verano y comienzos
del otoño, siendo esparcida por el viento o dispersada por aves y
roedores, germinando en la primavera siguiente o principios del
verano. Las semillas fértiles producen así un proceso de renovación de la
población, que irá creciendo en varios años hasta alcanzar la talla adulta (4 a
6 metros). Se supone que la nueva generación requerirá unos quince años
para regenerar la cobertura de cañas que había antes de la floración. Como
resultado del avance de la nueva cañada, existe el riesgo de que muchas sendas
y picadas se cierren, si no son convenientemente mantenidas. No obstante, no
todas las semillas crecerán. Muchas serán alimento de aves, monitos de monte y
roedores.
Muerte de la anterior generación de cañas
Luego de
la floración, las cañas de la anterior generación mueren, aunque permanecerán
secas y en pie durante un período de entre 10 y 15 años, ya que su tallo leñoso
se descompone lentamente. Hay que acostumbrarse, por lo mismo, a una vista
distinta del bosque siempreverde del PNNH en los años posteriores a la muerte
de una generación de coligues. Veremos, por cerca de 15 años, profundos
manchones amarillos en el sotobosque. Por idéntica razón, muchas zonas se vuelven
impenetrables. A esto hay que sumar un dato muy importante: cuando esto pasa
aumenta dramáticamente el riesgo de devastadores incendios forestales, ya que
cualquier pequeño foco encuentra en este colchón combustible, seco y denso, un
medio de propagación casi explosivo y prácticamente imposible de extinguir (por
la intensidad del fuego de superficie y su rápida expansión), por lo que
durante todo este tiempo será necesario extremar al máximo las precauciones y
ejercer un férreo rol de control de las actividades humanas, para evitar
incendios forestales que pueden destruir en pocos días cientos de miles de
hectáreas de bosques.
Cañas colihue muertas (foto del autor)
Periodicidad del fenómeno
Si bien
ya expresamos que se cree que la periodicidad del ciclo de floración de esta
especie se sitúa entre los 60 y los 80 años, en realidad este dato no se conoce
con precisión. Antiguamente se creía que la vida de cada generación, desde su
nacimiento hasta la nueva floración, era de entre 15 y 20 años. Otras opiniones
indicaban una cadencia de entre 35 y 40 años. La experiencia nos indica que no
es así, o que al menos los ciclos no son homogéneos, pudiendo haber períodos
más cortos o más largos según las condiciones que influyan en cada generación
de cañas. Los testimonios de antiguos pobladores de la zona nos permiten
reconstruir algunos de los anteriores episodios, que en el caso del Parque
Nahuel Huapi se remontan a unos 80 años atrás:
- 1938: floración masiva en la zona del
río Manso Inferior (y en el Lago Huechulaufquen, del Parque Nacional
Lanín)
- 1939: floración masiva en Península Llao
Llao
- 1940: floración masiva en Villa la
Angostura (y Lago Futalaufquen, del Parque Los Alerces)
- 1942: floración masiva en Lago
Rivadavia, del Parque Los Alerces
- 2001: floración masiva en el Parque
Nacional Lanín (unas 200.000 hectáreas)
- 2010: floración masiva en gran parte del
Parque Nacional Nahuel Huapi: entre 300 y 400.000 hectáreas[2].
Este
último evento, por lo reciente, constituye una fuente de información y
experiencia que debemos tener muy en cuenta.
En la
floración Lanín, de 2001, solo el 60 % de las semillas fueron fértiles: 140.000
ha sobre el total, mientras que otras 60.000 hs. produjeron semilla vana, no
apta para alimento de la fauna.
Un
proceso que desencadena una serie de cambios en el ecosistema
El de la
floración de la caña coligüe constituye un movimiento cíclico y natural de
mucha incidencia en el ecosistema, en el que produce importantes
modificaciones, tanto en la propia especie (que cambia genéticamente), como en
el bosque, en donde tiene lugar una recolonización de sitios y el surgimiento
de una nueva generación de plantas que muchas veces conquistan nuevos espacios.
Sucede que nuestros bosques andino-patagónicos, con mucha sombra, necesitan de
grandes disturbios para renovarse: son necesarios procesos de apertura de
bosque a través de incendios, caída de árboles, aludes u otros fenómenos que
posibilitan la entrada del sol y el crecimiento de las plántulas.
En el
caso de la floración de la caña coligüe, la muerte de gran parte del sotobosque
produce cambios en luz, humedad, nutrientes, entre otros factores, dándose las
condiciones para el crecimiento de una nueva generación de árboles y arbustos.
Es también una condición de facilitación de colonización de nuevas especies
animales y vegetales, tanto nativas como exóticas, lo que podría favorecer la
invasión de estas últimas. Por otro lado, al morir la caña, que constituye
oferta de alimentación del ganado de los pobladores especialmente en invierno,
se incrementa la presión sobre otras especies del bosque como fuente
alternativa de alimento. Amplios sectores del bosque nativo, por otro lado, se
vuelven accesibles a ganado, ciervos, jabalíes, etc., con lo que incrementa la
posibilidad de disturbios en áreas antes inaccesibles. Además, dado que
hay una gran oferta de alimento por las semillas disponibles, aumentan
temporariamente las poblaciones de los animales granívoros u omnímodos que se
alimentan de la semilla de la caña y pueden responder rápidamente, que como se
dijo más arriba son el chucao (ave típica de los cañaverales), el monito del
monte (pequeño marsupial arborícola), la paloma araucana, comesebo, cabecita
negra y distinto tipo de roedores, junto con sus predadores naturales. Estos
cambios, cuando se producen en zonas pobladas o de concurrencia temporal
de personas, pueden generar el incremento de ciertos riesgos (incendios
forestales[3]
y hantavirus), si no se trabaja de forma clara e integral sobre medidas
preventivas.
3. El roedor Oligoryzomys longicaudatus, vector del
Hantavirus
Hablaremos
en este apartado del ratón silvestre que puede ser portador del Hantavirus.
Digamos, para comenzar, que existen dos grupos de roedores: los sinantrópicos
(que viven en donde hay actividad humana) y los silvestres. El ratón
sinantrópico más común es el mus musculatus, o ratón
doméstico, que suele establecer sus cuevas en casas, sótanos, galpones, etc. En
el caso de los roedores silvestres, es el ser humano el que se acerca a sus
hábitats. Todos los roedores, silvestres o sinantrópicos transmiten distinto
tipo de enfermedades que afectan a los humanos.
Roedores silvestres del
Parque Nacional Nahuel Huapi
En el
Parque Nacional Nahuel Huapi hay 17 especies distintas de roedores, que
lograron diversificar su alimentación, constituyéndose en grandes colonizadores
de distinto tipo de sitios, y cuyas poblaciones fluctúan según la oferta de
alimento y el clima. Se los encuentra en el bosque húmedo, el ecotono, los
cañaverales, etc. Las subespecies silvestres más significativas del Parque son
el Oligoryzomys longicaudatus, el Abrothrix olivaceus y el Abrothrix
longipilis o ratón pelilargo, que
según Bonino y Sage (ver referencias al final de este artículo) puede
alcanzar una densidad poblacional parecida a la del colilargo, como así también
la llamada rata de agua, (Rattus
norwegicus), especie introducida. En estas dos últimas especies se han
detectado individuos portadores del hantavirus, aunque se desconoce si el virus
presente en estos roedores es capaz de infectar a humanos (ante la duda,
consideremos que sí)[4].
Oligoryzomis longicaudatus
Oligoryzomys longicaudatos (ratón colilargo). Imagen perteneciente a Infofueguina.
En la presente
investigación, sin embargo, nos interesa estudiar a la primera de estas tres
subespecies, el Oligoryzomis longicaudatus, un roedor silvestre sigmodontino[5]
que abunda en esta región, dado que el Virus Hanta "Andes", la cepa
que se encuentra en la zona andino-patagónica, es transmitido
principalmente por este ratón, también
conocido como “ratón colilargo", “lauchita de cola
larga”, “lauchita de los espinos”, “pericote coludo”, “pericote chileno de cola
larga”, “colilargo andino-patagónico”, “wasana” en yamana o yagán, “lauchita
arrocera”, “lauchita saltadora”, “springmouse” y “colilargo austral”.
Según los
investigadores, este ratón vive a lo largo de la cordillera andina desde
hace miles de años, desde el norte del Perú hasta Tierra del Fuego, en zona
de bosques de cierta humedad y alimentándose de semillas y frutos propios de
los pastizales.
Descripción de la subespecie
El colilargo posee
cuerpo y cabeza relativamente cortos (unos 9/10 cm), sobresaliendo
destacadamente la cola de unos 12 cm aproximadamente (un tercio más larga
que el cuerpo). La cola es marcadamente bicolor, gris en la parte
superior o dorsal y blanca en la inferior o ventral. Este micromamífero,
de un peso menor a los 30 gramos, posee orejas pequeñas, recubiertas de
pelitos de color ocre, y patas traseras largas, pies también largos y estrechos
con cinco dedos de gran longitud. Los ejemplares de esta subespecie se
caracterizan por su pelaje más lanoso, tupido y obscuro que los de las
subespecies más septentrionales, siendo pardo obscuro en la zona dorsal y
con vientre un poco agrisado. En cuanto al potencial de sus sentidos, se
destaca el de la vista (posee ojos grandes). El olfato y el oído, en cambio,
sólo alcanzan mediano desarrollo. En los pastizales se traslada a grandes
saltos, por lo que los colonos alemanes del sur de Chile la llaman
“springmaus”, es decir “laucha saltadora”. Esta capacidad queda reflejada en
sus largas patas y pies traseros. Confiada en esto, no busca refugio ante la
presencia de un enemigo, sino que huye a los saltos. Sin embargo, es muy
difícil que cruce un terreno descampado, y se sienten desprotegidas en el
césped. Esto hace que sea conveniente tener el césped corto alrededor de los
domicilios, ya que necesitan que la vegetación alcance los 10 o 15 cm de
altura para que les dé cobertura. Por otro lado, la cola larga actuaría como un
verdadero balancín cuando la subespecie trepa a los árboles y arbustos. Su
alimentación es fundamentalmente herbívora, abarcando principalmente granos,
semillas de gramíneas y frutos, por lo que se lo encuentra cerca de las rosas
mosquetas, el calafate, el michay, las moras y otras frutas finas, aunque más
al sur, al escasear las gramíneas, la subespecie se torna omnívora incluyendo
una buena proporción de insectos, anélidos y otros invertebrados. Sus hábitos son predominantemente nocturnos (salvo en
épocas de ratada en las cuales suele vérselo también de día). Es muy
buen trepador y rara vez se lo encuentra en bosques densamente
poblados. Este roedor puede cavar hasta 1,20 mts; caer desde 3 mts de altura
sin sufrir daños; trepar a 90º; saltar en alto hasta 90 cm y en largo
hasta 3 mts; nadar hasta 1000 mts y roer una gran cantidad de materiales.
En épocas normales recorren normalmente hasta 100 metros[6],
aunque en períodos de ratada llegan a una distancia de hasta 800 metros de sus
nidadas. Sus principales predadores son el lechuzón campestre, el búho
(Strix Rufipes), aguiluchos, águilas y otras aves rapaces, zorros, hurones,
gatos silvestres y pumas, que constituyen su control biológico natural. Según
el Dr. Oscar Lencinas, presidente del Instituto Pasteur de la Ciudad de Buenos
Aires, la disminución observada en los últimos años de dos de los predadores
naturales del ratón, la lechuza y el zorro, contribuye al aumento de la
población.
Difusión en los ambientes naturales
Se trata, según Mann
(1978) de una especie que ocupa ambientes muy variados debido a su amplia
distribución. Texera (1973) considera a esta especie colonizadora típica de la
comunidad del bosque matorral. Se los encuentra tanto en el suelo como debajo
de árboles y arbustos o bien en las ramas de éstos donde construye sus nidos en
los huecos naturales, tejiéndolos con briznas de paja. A veces aprovecha nidos
abandonados de aves para nidificar. En la zona
andino-patagónica la rosa mosqueta, especie exótica introducida en la región
cordillerana de la Argentina, y otros arbustos con semillas y frutos, como la
retama, son algunos de sus lugares preferidos para anidar. La
maleza arbustiva le ofrece protección contra sus predadores naturales. También
puede invadir (especialmente en época de escasez de alimentos) locales
deshabitados o el peridomicilio humano, donde hay maleza o acopio de granos.
Teniendo en cuenta
las comunidades vegetales que sirven al roedor como alimento, el límite máximo
del hábitat natural de esta subespecie es la zona de transición entre el coihue
(Nothophagus Dombeyi) y la Lenga (Nothophagus Pumilio), esto es: unos 1200
metros snm, según el naturalista Miguel Christie. No se la encuentra fácilmente
en la zona arbustiva de la lenga achaparrada, propia de los faldeos altos
(1600-1800 metros snm) salvo que cuenten con oferta alimenticia derivada de la
acción humana (refugios de montaña, actividades deportivas, etc). Tanto el ratón colilargo como el ratón oliváceo habitan
casi todos los ambientes de caña coligue, a la que trepan para buscar semilla o
bien la colectan del suelo, en la caída. Los colilargos constituyen aproximadamente
un 10% de la población total de roedores de la zona andino-patagónica[7].
Longevidad, eventos reproductivos y mortandad
invernal
El
Longicaudatus vive aproximadamente un año[8], con entre uno y dos eventos
reproductivos por año, aunque con clima favorable puede llegar a tener hasta
tres, con tres a cinco crías por camada y tras un período de gestación de 29
días. En general, su periodo reproductivo se limita a la primavera y parte
del verano. Sólo excepcionalmente la actividad reproductiva se extiende al
otoño o al invierno (por ejemplo, en años muy cálidos, o cuando hay abundancia
de alimentos) pudiendo dar hasta diez crías por camada. De esta forma, el
número de ejemplares aumenta hasta el otoño, cuando la población es casi cinco
veces más alta que en primavera. Cuando las variables de clima y alimento son
normales, se produce una gran mortalidad invernal de colilargos.
No todos
los Oligoryzomys Longicaudatus están infectados por el virus Hanta.
Aproximadamente entre un 5 y un 6% de estos ratones son portadores
asintomáticos del virus en su cepa “Andes”, cifra que puede variar en distintas
latitudes y por distintas causas. El virus no los afecta, pero durante el resto
de su vida, luego de haber adquirido la infección, eliminan unidades de virus a
través de la aerosolización de la saliva, la orina y la materia fecal. La vía
de circulación del virus Hanta entre los roedores no se conoce en forma clara,
aunque se sospecha una transmisión horizontal, mediante mordeduras y contacto
directo con mucosas en encuentros agresivos de machos grandes y pesados.
Colilargos y ratada
De las
17 especies de ratones que habitan el bosque andino patagónico, la semilla
de la caña coligüe constituye alimento de cinco, entre ellas del Oligoryzomys
longicaudatus, y el ratón oliváceo (Abrothrix olivaceus) que es
omnívoro. Sus poblaciones normales fluctúan mucho según el alimento
disponible y el clima.
Cuando
se producen condiciones ecológicas positivas (benignidad del clima, aumento de
la disponibilidad alimentaria) tienen lugar explosiones poblacionales llamadas
ratadas, que incrementan notoriamente la población de roedores, ya que estas
subespecies responden rápidamente a la gran oferta de alimento y al clima
benévolo. La semillación del ciprés es una condición facilitadora del aumento
de población de ratones, pero es fundamentalmente cada evento de floración
masiva de la caña coligüe (que se verifica en períodos de entre sesenta y ochenta
años, como ya dijimos), la que produce ratadas muy notorias, ya que a las
inmigraciones desde lugares de mayor escasez hay que sumar la bonanza
reproductiva, produciéndose más crías por camada y más camadas por año. En
estos casos se eleva la densidad poblacional de colilargos del guarismo
normal (10 a 100 individuos por hectárea) a unos 1000 a 1500 ejemplares por
hectárea. Esta superpoblación genera entre los ratones estrés por aglomeración
y competencia por el alimento, lo que los vuelve más agresivos, generándose
muchas peleas con heridas por mordeduras, con lo que se incrementa el contagio
interespecífico del virus Hanta. Esto explica la correlación significativa en
el índice de abundancia y el número de animales positivos detectados, pudiendo
crecer la proporción de seropositividad desde un 5 o 6% hasta el 10% de los
individuos. La gran densidad poblacional los lleva también a recorrer mayores
distancias para buscar comida, más espacio vital o hembras. En esta migración
muchos mueren ahogados al intentar cruzar corrientes de agua caudalosas (en la
ratada del Parque Lanín, del año 2000, se encontraban cada mañana cerca de 800
ejemplares muertos por esta circunstancia). Es preciso, en estos casos, prestar
atención a la posible contaminación del agua.
La
ratada provoca otros comportamientos anómalos en la especie, como movimientos
en masa, actividad diurna, dispersión de los animales hacia los centros urbanos
contiguos al bosque, ingreso a domicilios y galpones para hallar reparo
frente al invierno, etc. Las “ratadas” pueden ocurrir en sitios
puntuales y en áreas pequeñas (y este tipo de eventos no es infrecuente), o
bien pueden ocurrir a escala regional, lo que constituye un hecho
extraordinario y más disperso en el tiempo. Este aumento poblacional se observa
desde el otoño del año del evento hasta la primavera siguiente, momento en el
que empieza a declinar hasta alcanzar valores normales e incluso más bajos en
diciembre de ese año.
4. El Hantavirus
Nos toca
hablar ahora del virus que transmiten los colilargos infectados, y la
enfermedad que provoca. Se trata de un virus de la familia Bunyaviridae, relacionado
siempre con roedores. Todos los demás géneros de esta familia (el Bunyavirus,
el Phlebovirus, el Nairovirus y el Tospovirus) son transmitidos por mosquitos,
moscas y otros artrópodos. En el caso del Hantavirus se transmite por
aerosolización de los detritus de los roedores que los portan sin sufrir
consecuencias (son portadores asintomáticos).
Distinto
tipo de roedores transmiten el hantavirus en las diferentes áreas geográficas
del mundo, y todos deben ser considerados potencialmente peligrosos. Cada cepa
de virus Hanta es vehiculizada por una especie distinta de roedor. Los roedores
que son reservorio del virus Hanta están presentes en muchas regiones del país,
pero son críticas algunas áreas rurales o ciertas áreas de la cordillera andino
patagónica. En distintos lugares del país hay otro tipo de lauchas rurales que
portan cepas del virus Hanta diferentes de la cepa “Andes”, que es la propia de
la zona Andina, como la cepa “Laguna Negra” en el norte argentino y en Bolivia.
La cepa Andes, que es la que estamos describiendo, y que provoca en el ser
humano el síndrome cardiopulmonar por Hantavirus, tiene variedades, por
ejemplo, la cepa “Andes Sur” (según el Dr. Oscar Lencinas y otros
investigadores, la más virulenta[9])
en la Patagonia andina, “Andes Lechiguana” de Entre Ríos, “Andes Orán” en
Salta, “Andes Bermejo”, “Andes Buenos Aires” y otras. En el mundo, se conocen
las cepas “Hantaan”, “Puumala”, “Seúl”, y “Sin nombre”, aparecida en la
epidemia de Nueva México, y parecida a la cepa “Andes”, según manifestó la
viróloga Nora López, del Instituto Malbrán de Buenos Aires[10]. La cepa Seúl, curiosamente, es una cepa
ciudadana, que se descubrió en la ciudad homónima. Estas variedades enferman
con síndrome renal y fiebre hemorrágica.
La
partícula viral es esférica, de un tamaño de 80 a 120 nm (un nanómetro es
la millonésima parte de un milímetro). El genoma del virus fue estudiado por
Brian Hjelle de la Escuela de Medicina de Nueva México.
La
enfermedad es conocida en Oriente desde principios de siglo, pero en occidente
se identificó a los hantavirus sólo a partir de la década de 1950. Lleva este
nombre porque el virus fue tipificado hace años, en la guerra de Corea, en el
río Hantaan. Aquí, entre las tropas norteamericanas y de las Naciones Unidas,
apareció un brote de 5000 casos en los que la enfermedad progresaba con
hemorragias (gastrointestinal y subconjuntival), y se agregaba además falla
renal aguda. Unos 300 soldados fallecieron, siendo shock o hemorragia la causa
de muerte. Por este motivo se la denominó entonces fiebre hemorrágica de Korea
(HFRS). Se encontró además que la epidemia estaba asociada a la exposición
previa de los enfermos a roedores, identificándose al agente como Hantavirus o
virus de Hantaan.
Si bien
la definición del Síndrome reconoce su existencia desde la comunicación del 14
de mayo de 1993, cuando se notifica al Departamento de Salud de Nueva
México (EEUU) de la muerte de 3 pacientes con patología pulmonar sin
diagnóstico etiológico, en una región de EEUU conocida como "Four Corners",
lugar donde se unen las fronteras de los cuatro estados de Utah, Arizona, Nueva
México y Colorado, ya existían en ese momento sospechas de la presencia de
cuadros clínicos de parecida evolución. La enfermedad, con un alto índice de
mortalidad en el grupo inicial (80 %), fue denominada como Síndrome de distrés
respiratorio de etiología inexplicada (UARDS)[11].
En la
Argentina los primeros casos registrados se produjeron hacia 1987, y desde
entonces se han confirmado distintos reportes de enfermos en diferentes
zonas del país, siendo recordado el brote de fines de 1996 en el área de El
Bolsón, y Bariloche, con unos nueve casos. El actual de Epuyén es, sin
ninguna duda, el más relevante de todos los conocidos, con 29 casos reportados
hasta el momento de la actualización de esta investigación, con 13 fallecidos.
La enfermedad provocada por el virus Hanta
El virus
hanta de la cepa Andes provoca en el ser humano el Síndrome Pulmonar
por Hantavirus (SPH), una enfermedad infecciosa de curso agudo,
habitualmente grave, cuyo índice de mortalidad en los últimos años tuvo un
promedio del 18,5% de los casos (entre 2013 y 2018 hubo
598 personas infectadas en nuestro país, de las que 111 fallecieron), aunque en la situación actual, en Epuyén, la tasa de mortalidad se ha
elevado al 36%. Esta enfermedad es también conocida como Síndrome
cardio-pulmonar por Hantavirus, debido al compromiso de corazón y
pulmones observado en algunos pacientes.
El
período de incubación de la enfermedad puede llegar a 45 días, según muchos investigadores,
aunque el reconocido infectólogo Dr. Daniel Stamboulian sostenía, en la crisis
de 1996, que podía ser de una a tres semanas. La Sociedad Argentina de
Infectología, en un informe de fecha 13 de enero de 2019, afirma que el período
de incubación es de 9-12 días (habitual de 4- 42 días), y en los casos de
transmisión interhumana es de 20 días aproximadamente (Young 2000)[12].
Un
informe de especialistas chilenos concuerda. Los pacientes
infectados–especificó el doctor en Ciencias Biológicas Oliberto Sánchez Ramos–
pueden estar hasta 45 días sin ningún síntoma (fase de incubación). Luego,
pasan unos 6 días con síntomas similares a los de una gripe fuerte. “Usualmente, en esta fase no van al médico
pues piensan que se trata de una mala gripe. Un día comienzan con tos y disnea
(falta de aire), la fase cardiopulmonar. Allí es cuando, sin duda, van al
médico”, planteó el profesional chileno de la universidad de Concepción. Aclaró
el biólogo que los pacientes que sobreviven a las primeras 48 horas después de
iniciada la fase cardiopulmonar, tienen muy altas posibilidades de sobrevivir. “En esas primeras 24 a 48 horas, el Ecmo es
vital”, sostiene en alusión al mecanismo de oxigenación artificial de la
sangre que es un tratamiento eficaz. “Los
médicos de cuidados intensivos afirman, de manera categórica, que él es lo más
avanzado que se ha logrado en Chile para el tratamiento de los pacientes con
hantavirus”, dijo[13].
El
cuadro sintomatológico inicial es, pues, el de una gripe fuerte, que puede
durar varios días, con fiebre, fatiga, cefalea y mialgias, dolores musculares
(principalmente en muslos, caderas, espalda y hombros), tos, cansancio y
vómitos. No hay medicación que mejore este estado. Estos síntomas son
universales, es decir, todos los pacientes los presentan. Esta fase dura 3 a 4
días (rango 1 a 12 días). La etapa siguiente, alrededor de una semana o dos
después, es la fase cardiopulmonar, de instalación súbita y precedida por
dificultad para respirar y tos. En este momento el paciente debe ser derivado a
terapia intensiva y ser asistido con un respirador, porque corre peligro de
morir. Lo alarmante es que en pocas horas se desarrolla una insuficiencia
respiratoria con inundación de los alvéolos por plasma con el consecuente edema
pulmonar; los pacientes no logran por lo tanto oxigenar la sangre y requieren
de oxígeno suplementario y ventilación mecánica.
Entre el
50 y el 60% desarrollan un shock de origen cardíaco, lo que representa un
factor de mal pronóstico. El edema pulmonar es una alteración funcional transitoria
que dura 48 a 72 horas posterior a lo cual la función pulmonar se recupera
rápidamente. El shock cardiogénico es de difícil manejo y representa la
principal causa de muerte de los afectados, de acuerdo a la susceptibilidad del
huésped, y en relación con su sistema inmunológico. La doctora Marcela Ferres, infectóloga de Red Salud
de la Universidad de Chile, afirmó que el 95% de las muertes por Hanta ocurre
en las primeras 48 horas de evolución del virus.
Aquellos
pacientes que sobreviven a la fase más aguda, inician la resolución del cuadro
con un importante aumento en la diuresis (fase diurética). La duración promedio
de la estada en cuidados intensivos es de 5 días y de hospitalización es 10
días.
Si bien
es aún desconocido el por qué algunos infectados evolucionan en forma tan
severa y otros en condiciones similares desarrollan una enfermedad más leve, se
piensa que es un factor de susceptibilidad genética que condiciona estas
diferencias. Según el catedrático Dr. Horacio López, especialista en
enfermedades infecciosas, “Una persona puede tener Hantavirus, y debido a las
defensas de su organismo, puede sólo manifestársele como una gripe
fuerte. La posibilidad de contagio depende por un lado de la cantidad
de virus a la que se expone el paciente, la cantidad que ingresa en el
organismo, y por el otro, de la mayor o menor fortaleza de su sistema inmune.
Esto es característico de todas las enfermedades virósicas cuyo grado de peligrosidad
radica en las defensas que presenta el infectado”.
Por lo
general, la enfermedad afecta a los adultos jóvenes y trabajadores rurales. Los
pocos casos reconocidos en el mundo en niños menores de 14 años fueron leves
con síntomas similares a los de un cuadro gripal. Todos evolucionaron
favorablemente sin necesitar tratamiento. En estos niños se llegó al
diagnóstico al estudiarlos por haber estado en contacto con algún enfermo y no
porque el cuadro clínico hiciera sospechar la enfermedad. Aún no está claro por
qué mecanismo los niños son más resistentes a la infección por hantavirus.
Cabe
destacar que toda persona que haya estado en zonas endémicas, o en contacto con
personas enfermas o sanas que hayan estado en esas zonas, y que presente fiebre
aguda de unos 6 días de duración, y cefaleas sin afección de las vías aéreas
superiores, debe concurrir a un centro de atención. Frente a síntomas como
todos los descriptos, es fundamental la
consulta médica temprana, especialmente si quien los padece ha realizado,
en los últimos 15 o 20 días, actividades de riesgo, que se describen en el
título siguiente.
Formas de contagio
Si bien el
Hantavirus tiene una alta infectividad (habiéndose dado el caso de visitantes
de laboratorios que contrajeron la afección luego de estar unos minutos en el
ambiente donde se encontraban ratones infectados en estudio); en nuestro país,
en situaciones normales, la
posibilidad de contraer el virus Hanta es baja, y se encuentra dentro de los
parámetros mundiales[14].
Las poblaciones más
expuestas o lábiles a contraer el Hantavirus, según Steve Simpson, especialista
en Hantavirus de la Universidad de Nuevo México, son los individuos de
uno u otro sexo, de entre 11 y 69 años, y el promedio va entre los 30 y los 40
años.
El roedor infectado
convive con el virus sin enfermarse, como hemos dicho, y lo elimina en la
orina, las heces y la saliva. La vía de contagio
más frecuente del roedor al humano es a través de partículas
aerosolizadas (los aerosoles son partículas de polvo o microgotas de agua
en suspensión) cuando el ser humano inhala vapores o polvo contaminados con
unidades de virus vivas. El virus es ínfimo, y está presente en las excreciones
del ratón: materia fecal, orina, saliva, sangre, líquidos corporales. De allí
pasa al aire al secarse las excretas, y se adhiere por magnetismo a motas de
polvo y a gotas de humedad, al ser mucho más pequeño que estas. El
contagio por vía aerosólica se produce con mayor frecuencia en lugares
cerrados y húmedos con presencia reciente de roedores, donde el virus puede
tener una sobrevida, dependiendo de las condiciones de humedad del medio, de
entre horas y pocos días. Resulta más difícil (aunque no
imposible) el contagio por esta vía en lugares abiertos y expuestos al viento,
que dispersa los aerosoles contaminados, y al sol y los rayos ultravioletas,
que los matan. Al aire libre, el virus solo sobrevive pocas horas, aunque se
desconoce el tiempo exacto. También se puede producir el
contagio al tomar contacto con ratones infectados, vivos o muertos, o con sus
secreciones a través de llevarse la mano a la boca, la nariz, los ojos
(contagio por vía conjuntival) o heridas; al ingerir agua o alimentos
contaminados o al tomar contacto con elementos también contaminados que no
hayan sido convenientemente desinfectados (herramientas, utensilios de cocina o
camping, ropa, mobiliario), o por mordedura de un ratón infectado. La vía
conjuntival es también apta, al llevar a los ojos manos o elementos
contaminados.
Investigaciones
epidemiológicas han ligado además la exposición humana al virus con actividades
al aire libre, como el trabajo agrícola y forestal, el camping e incluso los
ejercicios militares y aquellas en ambientes cerrados, como invasión de
roedores a las casas. Todas las actividades descritas ocurren durante los meses
de primavera, verano y principios del otoño de forma que es esperable una mayor
ocurrencia de casos humanos en estos períodos del año.
Muchos de los
enfermos registrados contrajeron la enfermedad en trabajos de desmalezamiento
sin protección en las vías respiratorias, cuando las motoguadañas u otros
elementos de desmalezamiento producen una fuerte concentración de polvo y
partículas vegetales que pudieran estar infectadas y que son respiradas por los
trabajadores. También hay consignados casos de contagio de personas dedicadas a
la limpieza de áreas infectadas por roedores, al barrer pisos o sacudir
alfombras que tengan presencia de secreciones de roedores infectados. Una vez
que entra en el organismo, el virus tiene gran capacidad de penetrado e
infección.
Como hemos dicho, el
virus no sobrevive demasiado tiempo en contacto con el medio ambiente, fuera
del roedor hospedador, pero deben evitarse, sin embargo, los lugares cerrados
en donde pueda haber roedores, como chozas abandonadas, refugios
precarios; leñeras cerradas y similares, que no hayan sido previamente
desinfectadas. “Se desconoce -dijo la viróloga Nora López, del
Instituto Malbrán de Buenos Aires- cuánto debe durar el contacto con el virus
para producir el contagio. Según investigaciones realizadas con la cepa
Hantaan, en habitaciones deliberadamente preparadas con ratas portadoras,
bastaron cinco minutos de exposición para que las personas resultaran
seropositivas”[15]. “Nuestra
experiencia -manifestaron Brian Hjelle y Steve Simpson,
especialistas norteamericanos que visitaron nuestro país para estudiar el brote
de Hantavirus del 96- dice que en la mayoría de los casos que hemos
documentado, el brote se produjo en gente que estuvo sacudiendo alfombras, o barriendo
y levantando polvo en lugares donde había excrementos y que no estaban
ventilados[16].
El
comportamiento descrito para la especie del roedor reservorio Oligoryzomis
longicaudatus, al desaparecer sus poblaciones de las zonas boscosas a fines
del invierno (agosto-septiembre) por falta de alimento (semillas) y su
desplazamiento a sitios abiertos o a casas y graneros, resulta de
importancia epidemiológica.
Una
explicación alternativa al mayor número de casos en el verano-primavera podría
ser la hipótesis que se ha postulado en que el virus se activaría en el roedor
frente a amplias oscilaciones térmicas que ocurren en los ambientes abiertos,
con mayor exposición al virus, durante ese período del año[17].
En el brote actual
sucedido en Epuyen, nos muestra que el contagio persona a persona es más
probable de lo que se creía anteriormente. Si bien aún se está estudiando lo
sucedido en el Instituto Malbrán, aparentemente el brote se inició a través de
un hombre que había estado limpiando un cobertizo abandonado en el que podrían
haber habido secreciones de ratones infectados. Esta persona acudió
posteriormente a una fiesta a finales de noviembre de 2018, en la que se
encontraban unas 50 personas, varias de las cuales se contagiaron y luego contagiaron
a otros. Al respecto, el actual Secretario de Gobierno de Salud, Prof. Dr.
Adolfo Rubinstein, señaló en declaraciones a TN que el Instituto Anlis-Malbrán
está trabajando en la secuenciación del genoma del virus detectado en Epuyén,
que pertenece a la cepa Andes-Sur. “Lo que ha cambiado es la vía de transmisión, se sabía del contagio
interhumano, pero en los últimos 20 años no había habido vías de contagio entre
personas. Estamos trabajando para tipificar el virus y para ver si hubo o no
una mutación que cambiara la vía de transmisión”[18]. Otros
investigadores han señalado que posiblemente la transmisión interhumana se
produzca sólo en algunos genotipos del virus Andes (Sur y Buenos Aires). Entre
los años 1995-2008 solo el 2,5% de los casos fueron probablemente por este tipo
de transmisión
(Martínez 2010). También se ha encontrado el virus en sangre, orina y semen. En
un estudio en Chile Ferrés 2007) el 3,4% de los convivientes de pacientes con
Hantavirus desarrollaron la enfermedad, siendo el probable factor de riesgo más
determinante el de pareja sexual. Hay evidencia de transmisión
intrahospitalaria (Wells 1997), principalmente a personal de salud, pero
también horizontal[19].
Como
dato positivo, tenemos que recordar que solo un 10% de la población de ratones
colilargos está infectada (cifra aproximada, y con frecuencia el
porcentaje es menor) Se trata además de un virus muy lábil, sensible a los
rayos solares y que muere con el empleo de lavandina, detergente o
desinfectantes del hogar.
Resumen de las formas más probables de
contagio
- Por respiración de aire con polvillo al que se
hayan adherido unidades de virus vivas.
- Por mordedura del ratón.
- Por llevarse las manos contaminadas por
excretas de ratón a los ojos, boca o nariz.
- Por ingerir comida o frutos contaminados
con secreciones del ratón
- Contagio interhumano, por aerosoles de la tos
del infectado o por intercambio de fluidos con la persona enferma.
5. Vacunación y tratamiento
En su
viaje reciente a Epuyén el Secretario de Gobierno de Salud, el ya citado Prof.
Dr. Rubinstein, sostuvo que al momento no hay un tratamiento específico contra
el Hantavirus, sino que se tratan las complicaciones derivadas del mismo. Se
sabe que, si el paciente es precozmente diagnosticado e internado rápidamente
en una unidad de cuidados intensivos, con ventilación asistida temprana, tiene
mayores posibilidades de recuperarse. Es fundamental en el tratamiento
inmediato, evitar episodios de hipoxia, incluso en el traslado a los cuidados
intensivos. Por eso es muy importante que las personas que tuvieron contacto
con roedores y presentan síntomas de fiebre, dolores musculares y disturbios
respiratorios, consulten inmediatamente al médico. Igualmente, las personas que
estuvieron en contacto con pacientes infectados, deben procurar inmediatamente
asistencia médica. No existen hasta el momento vacunación ni tratamiento
específico para el mal. El bajo número de casos dificulta el desarrollo de una
vacuna, y hace poco atractiva la inversión en investigación por parte de los
laboratorios. El descubridor del Hantavirus, Clarence Peters, sostuvo que se
necesitará mucho tiempo para desarrollar una vacuna que sirva para atender a
los pacientes infectados del mal. No obstante, hay una oferta de un importante
centro de Biotecnología y Biomedicina de la Universidad de Concepción, Chile,
para trabajar en conjunto con el Instituto Malbrán en el desarrollo de una
vacuna para el futuro. La noticia (cuya fuente se cita al pie) dice que un estudio chileno está vinculado a la extracción de plasma hiperinmune
de pacientes que hayan evolucionado favorablemente de un diagnóstico de
hantavirus, para administrarlo a pacientes recién diagnosticados que estén
atravesando la fase aguda de la enfermedad. “De
esta forma, se espera que los anticuerpos en el suero de personas que
sobrevivieron, proteja a los nuevos pacientes. Se está ensayando en Chile y aun
es difícil concluir que este tratamiento es efectivo”, explicaron los
profesionales trasandinos.
“Ese plasma que se extrae de pacientes que sobrevivieron
al hanta contiene anticuerpos neutralizantes que quedan en su sangre. Son los
que actuarían para disminuir la acción del virus y con ello la gravedad del
hanta, esto no es 100% probado”, detalló Leonila
Ferreira Cabrera, jefa de la Unidad de Cuidados Intermedios y de la Unidad de
Terapia Intensiva del hospital clínico regional Guillermo Grant Benavente, en
Concepción, una institución que acoge el grueso de los pacientes con hantavirus
en Chile. “Nuestro hospital dispuso la implementación del Ecmo Veno Arterial
como apoyo a los pacientes. Se trata de una máquina que reemplaza la función
pulmonar y cardíaca. Se trata de una modalidad de “soporte temporario
artificial del sistema respiratorio y/o cardiovascular utilizado en el tratamiento
de la falla cardiopulmonar refractaria a tratamientos convencionales. Saca la
sangre por cánula, la oxigena afuera y por una bomba centrífuga, la envía a una
arteria del paciente. Esto llevó a mejorar la sobrevida de los pacientes en un
82%”, puntualizó Ferreira Cabrera. A raíz del brote de hantavirus en Epuyén, el
Centro de Biotecnología y Biomedicina SpA de la Universidad de Concepción,
Chile, propuso a las autoridades sanitarias de Argentina trabajar en conjunto a
fin de acelerar el desarrollo de una vacuna contra el hantavirus. La idea,
sugirieron en una carta, es “llevar a cabo las etapas evaluación preclínica y
clínicas de esta formulación vacunal, siguiendo a los estándares de la entidad
reguladora Argentina”. “La colaboración con el Instituto Carlos Malbrán podría
acelerar notablemente la llegada al pueblo de esta vacuna”, plantearon desde la
Universidad de Concepción. El doctor en Ciencias Biológicas Oliberto Sánchez
Ramos, profesor de la universidad, recalcó que
“la vacuna ha dado muy buenos resultados tanto en ratones como en hámster”
y que actualmente “se está produciendo en
una planta de producción de biológicos, bajo condiciones de buenas prácticas de
manufactura”. Aseguró además que esperan “tener los primeros lotes GMP en
los próximos dos a tres meses”[20].
Existe una
droga que aparentemente reduce las posibilidades de muerte en los infectados,
aunque tiene efectos colaterales indeseables, según fuentes médicas. Esta
droga, llamada Ribavirina, se ha empleado en los Estados Unidos de Norteamérica
para las enfermedades producidas por virus Hanta y la fiebre Lassa, ambas
transmitidas por roedores, pero médicos argentinos han dicho que este
medicamento no es específico para el Hantavirus, aunque ayude un poco. Según el
infectólogo Daniel Stamboulian, la droga, suministrada en dosis altas, ha
demostrado su utilidad para la forma renal de la enfermedad, pero en el
síndrome pulmonar, su rol no está absolutamente demostrado. El Prof. Dr.
Rubinstein ha manifestado que se evalúa con el Instituto Malbrán comenzar el
tratamiento con esta droga. Para Peters, las defensas de cada paciente son
mucho más importantes, hasta el momento, que los antibióticos.
En el
brote de Epuyén, se ha aplicado una política de aislamiento de las personas que
han estado en contacto con los afectados, durante un período similar al de la
incubación del virus, a fin de evitar que, si estas personas han contraído la
enfermedad, aunque aún no se manifieste, sigan difundiéndola si llevan una vida
normal.
6. La situación actual en el Parque Nacional Nahuel
Huapi
La
situación concreta que enfrentamos en este tiempo, relacionada con la floración
de la caña coligüe en el sector noroeste del Parque Nahuel Huapi y el esperable
aumento en la población de roedores portadores del virus hacia fines del verano
y principios del otoño, es extraordinaria y se superará al cabo de un año, de
acuerdo a lo que suceda en el desarrollo de este fenómeno. La presencia
endémica de oligoryzomys, en cambio, es y será una realidad permanente en la
zona cordillerana. Respecto de la crisis actual, el único curso de acción
posible consiste en extremar las precauciones y las medidas de protección que
mencionaremos en los títulos siguientes. Sobre la floración de la caña, huelga
decir que nada podemos hacer. Es un proceso natural y necesario, que será por
otra parte estudiado a fin de intentar establecer las variables que inciden en
la periodicidad del fenómeno. Por otro lado, no hay ninguna manera de contener
la invasión de roedores (la «ratada») y
la intensidad del aumento de la población hace inefectiva cualquier iniciativa
tendiente a la captura masiva. La erradicación total de la subespecie
portadora, en esta circunstancia o en las épocas normales, es imposible no sólo
por la dificultad material que existe para hacerlo, sino además por las
consecuencias que podría tener para el ecosistema, y porque cuando se la ataca
masivamente, tiende a multiplicar su actividad reproductiva para conservar la
población. Lo que sí podemos y debemos intentar es alejar al oligoryzomys longicaudatus
de las áreas de movimiento del hombre, y evitar el contacto con el roedor, sus
nidos y sus excretas, incorporando costumbres firmes de higiene ambiental.
Escenario posible
En base
a la experiencia vivida en episodios similares anteriores, podemos plantear un
escenario para la región noroeste del Parque Nacional Nahuel Huapi, aunque es
importante tener en cuenta que no necesariamente los eventos y sus magnitudes
tienen que ocurrir de forma igual a los anteriores por distintas causas, por lo
que las predicciones aquí planteadas son especulativas.
El
florecimiento comenzó en la primavera de 2018 y los granos fueron madurando
desde entonces. Entre febrero y marzo de 2019 comenzarán a caer las semillas,
hasta abril. Es esperable que las poblaciones de ratones (en
particular el ratón colilargo) respondan a esta circunstancia, aumentando
significativamente hacia fines del verano y otoño (la “ratada”); la cantidad de
ratones sería alta hasta la primavera de 2019 (esperándose el pico para el mes
de mayo) con los consiguientes riesgos sanitarios mencionados previamente. El
colapso de las poblaciones empieza aun antes de que se acaben las semillas, con
lo cual la cantidad de ratones al verano próximo (diciembre 2019- marzo 2020)
sería más baja de lo normal y a partir de allí comenzaría a
recuperarse. La muerte de las cañas que florecieron comenzará a notarse en
el verano (enero-marzo de 2019) y será muy visible en el verano siguiente
(diciembre de 2019- marzo de 2020), permaneciendo así entre 10 y 15 años más,
lo que aumentará significativamente los riesgos de incendios forestales. Las
semillas producidas originarán la nueva generación de cañas, que comenzará a
crecer en la primavera de 2019, iniciándose así un nuevo ciclo para la especie.
7. La prevención en general
Luego de
todo lo dicho, que nos permitió comprender de forma más acabada lo que es la
enfermedad, el virus que la provoca, las costumbres del roedor reservorio y la
situación particular que atravesamos por la floración masiva de la caña
coligüe, llega el momento de abordar el objetivo principal de este trabajo, que
consiste en intentar hacer un compendio de las medidas a tomar en aras a la
prevención, de manera especial en la vida en la naturaleza.
Si bien
la posibilidad de contraer enfermedad por hantavirus no es alta cuando se toman
los recaudos necesarios, frente a la actual emergencia debemos extremar las
precauciones reaprendiendo a convivir con una situación que permanecerá en el
tiempo, aunque muy mitigada cuando culmine el proceso de la floración del
coligual en la zona afectada. Para lograr resultados preventivos adecuados, es
la población humana la que debe desarrollar costumbres de higiene
ambiental. La precaución central consiste en evitar la
convivencia del hombre con el roedor, y evitar el contacto con los mismos y sus
secreciones. Sin embargo, es preciso conocer las medidas de
seguridad convenientes y las que no lo son, ya que muchas actitudes de
prevención que se toman apresuradamente pueden resultar contraproducentes. Por
ejemplo, el desmalezamiento indiscriminado de rosa mosqueta y retama, vegetales
propios de la vera de los caminos, quita, en épocas normales (no tanto en esta
situación de florecimiento del coligual) el hábitat y la fuente de alimentos al
roedor, que se vería obligado a acercarse a las viviendas humanas en busca
de comida. Por ello, es preciso asesorarse bien antes de proceder a
una maniobra de este tipo. Por otra parte, la utilización también
indiscriminada de venenos rodenticidas puede afectar la fauna predadora
del ratón, que se envenena accidentalmente, por lo que es preferible
la caza con tramperas golpeadoras. Además, el uso de venenos puede hacer que los roedores mueran en
lugares no visibles desde donde el cadáver podría infectar, en las primeras
horas, el aire con unidades de virus aerosolizadas.
Sabemos
que los lugares más propensos a la infección son los ambientes que han
permanecido cerrados o sin ventilación durante tiempo prolongado, o los
matorrales donde existe un entorno favorable para el anidamiento de roedores.
Por ello, estamos en condiciones de establecer que son tareas potencialmente
riesgosas:
·
Los trabajos de
desmalezamiento en zonas afectadas por la presencia del roedor: El trabajo de desmalezamiento, especialmente cuando implica la
remoción de la flora que habitualmente sirve de hábitat al colilargo (rosa
mosqueta, retama, caña coligüe y en menor medida los del género Berberis
-calafate, etc.) enfrenta al operador al riesgo de tomar contacto con la
dispersión de nidos contaminados o excretas del roedor.
·
La ocupación o limpieza de
lugares cerrados que pudieran estar contaminados con excretas del roedor: granjas, galpones, leñeras; depósito de mercaderías;
despensas, etc.
·
Ocupación de áreas
infestadas por roedores, o casas con población de roedores en áreas
circundantes.
·
Trabajos de cualquier tipo
en lugares cerrados que contengan elementos que atraigan a los roedores: depósitos de granos, nueces, frutas secas, semillas.
·
Siembra o cosecha en campos
con presencia de ratones infectados.
Consejos generales para la prevención
Ya hemos tenido la
oportunidad de decir que el virus es muy débil y muere con facilidad, ya que
como informa el Dr. Rodolfo Maino, “la cubierta lipídica del Hantavirus es
susceptible a la mayoría de los desinfectantes y detergentes de uso doméstico,
también a la solución diluida de hipoclorito de sodio y al alcohol etílico al
70 %”[21].
No obstante, para
esto hay que tomar una serie de medidas de prevención que detallamos a
continuación:
- Digamos una vez más que el virus no tiene
mucho tiempo de sobrevida fuera del hospedador, excepto en
lugares cerrados y con alto tenor de humedad donde puede vivir horas y
hasta días. No obstante, se elimina fácilmente con agentes desinfectantes
tales como la lavandina al 10% (una parte de lavandina y diez de agua) o
el amonio cuaternario (amoníaco), aunque la mayoría de los investigadores
coinciden al decir que el desinfectante más efectivo es la
iodopovidona (Pervinox).
- Por lo mismo, previo a ingresar a una cabaña o
casa que ha estado deshabitada o cerrada desde hace mucho tiempo, hay que
dejar abiertas las ventanas y puertas por lo menos media
hora, y luego proceder a una limpieza cuidadosa echando cloro o lavandina
al 10% en el piso, dejándolo actuar. Pase un trapo de piso embebido en
agua, detergente y lavandina al 10% en todas las superficies por las que
pudieran haber merodeado ratones. Las tareas de limpieza de estos lugares
deben ser hechas con trapos y secador, nunca con escoba (que aerosolizaría
el polvo quizá contaminado) y mediante el empleo de guantes de goma,
zapatos y medias, gorro y protección ocular, y un barbijo 95, 99 o 100
para nariz y boca. Si la contaminación es muy importante use botas de
goma, máscaras de filtro HEPA y báñese luego de la tarea, limpiando luego
todas las ropas y los elementos usados en el trabajo.
- Elimine la presencia de escombros, leña,
ramas, vehículos abandonados, neumáticos usados y todo lo que pueda ser
utilizado como guarida por los roedores de la vecindad de su domicilio,
especialmente durante el invierno.
- Evite dejar elementos abandonados en depósitos
o galpones, que los roedores puedan utilizar como refugio, como ser
sillones, placares, tachos, etc.
- Coloque la madera y troncos de árboles
cortados a una distancia mayor de 30 metros de la casa habitación. La leña
debe estar estibada a unos 30 cm del suelo. Para el manejo de leña
es imprescindible usar guantes.
- Mantenga permanente y estrictamente las
medidas de higiene normales de una vivienda: evite la acumulación de
basura; elimine los restos de alimentos, de lavado de la vajilla de cocina
y mesa, o de limpieza de pisos, mesas y enseres. Los desperdicios deben
eliminarse en bolsas plásticas y depositarse en tachos especiales, con
tapa a prueba de perros y roedores.
- Guarde la comida, incluso la de sus mascotas,
en recipientes de metal o plástico grueso con tapas bien ajustadas.
- Lave los platos y utensilios de cocina
inmediatamente después de usarlos.
- Mantenga el área libre de roedores a través de
la higiene y la desratización frecuentes.
- En zonas donde se hayan detectado roedores o
sus excretas, se deberán colocar tramperas en toda el área hasta que
desaparezcan. No se deben tocar los roedores atrapados sin antes rociar al
animal muerto (o sus nidos) con lavandina al 10%, esperando por lo menos
30 minutos. Luego se deberá retirar la trampera con guantes y se colocará
en doble bolsa de residuos (una dentro de la otra) bien cerradas.
Posteriormente se incinerará o se enterrará a por lo menos 30 cm de
profundidad. La trampera se enjuagará con agua y se dejará secar al
sol antes de volverla usar. Todas estas maniobras hay que hacerlas con
guantes y barbijo. Es aconsejable mantener las tramperas armadas durante
todo el otoño y el invierno en los distintos ambientes de la vivienda, especialmente
aquellos en donde frecuentemente se trampea algún ratón, revisando
asiduamente las trampas colocadas para deshacerse de ratones eventualmente
cazados.
- Es conveniente utilizar
tramperas y no rodenticidas para la caza de los roedores, de forma de evitar
la posibilidad de que los animales mueran en lugares de difícil acceso o
no visibles, con lo que se impide su eliminación inmediata.
- Si tiene la certeza (por presencia de excretas
o mordeduras) de que los ratones han merodeado comida, rocíe la misma con
lavandina al 10% y descártela en doble bolsa de plástico, quemándola o
enterrándola para prevenir el cirujeo.
- Selle con cemento cualquier abertura de su
casa de más de cinco centímetros de diámetro que pudiera permitir el
ingreso de roedores.
- Levante cimientos de cemento en la
construcción de galpones o graneros.
- Selle y desratice los galpones.
- Corte el pasto y arbustos densos en un
perímetro de 30 metros de la casa. Esta tarea debe realizarse luego de
tapar todos los agujeros de ingreso de roedores a la casa ya que al
alterar su hábitat este animal podría intentar buscar refugio en la
vivienda del hombre. En zonas endémicas este desmalezado debe
realizarse luego de las tareas de desratización.
- En los trabajos de desmalezamiento y limpieza
de terrenos use guantes, barbijo y protección en los ojos.
- Es preferible desmalezar en invierno.
- No deje la comida de
las mascotas en sus recipientes y al alcance de los ratones.
- Fortalezca el hábito de lavarse muy bien las
manos antes y después de realizar cualquier tarea, por inofensiva que
parezca.
- Tenga especial cuidado en la puesta en marcha
de aparatos de aire acondicionado cuyos filtros o conductos puedan haber
tenido contacto con polvo contaminado, roedores o excretas de los mismos.
- La misma precaución deberá considerarse con el
uso de ventiladores, evitando ponerlos en marcha antes de haber tomado
todos los cuidados razonables.
- Recuerde informar a las autoridades de salud
sobre el incremento anormal de la población de roedores.
- En el caso de que se soliciten
los servicios de una empresa de
control de plagas, que ésta esté debidamente habilitada y con un
profesional como responsable técnico.
- Considerando las características del
virus Andes), se aconseja que los profesionales y familiares que atiendan
pacientes de Síndrome Pulmonar por Hantavirus, observen las medidas
internacionales de bioseguridad, usando mascarillas, barbijos, guantes
quirúrgicos y camisolines. Y que quienes han tenido contacto con personas
que resultaron estar infectadas, se hagan presentes en los centros de
salud para recibir las instrucciones de aislamiento, control y eventual
tratamiento de ser necesario.
8. El Hantavirus y las actividades de turismo
activo en zonas rurales, naturales y agrestes
Muchas
dudas (y algunos temores) han hecho presa de deportistas, amantes del turismo
de aventura, el trekking, el montañismo, mountain-bike, campamentismo y otras
actividades de turismo activo en zonas rurales, naturales o agrestes, frente al
riesgo de exponerse al contacto con el virus y subsecuentemente contraer la
enfermedad. Frente a esto, hacemos en primer lugar las
siguientes consideraciones:
- En épocas normales, y de acuerdo a la
información brindada por las autoridades sanitarias del Siprosalud de
Chubut, es difícil que haya, en sendas y picadas, una carga viral
que pueda contagiar a alguien. Por ello, en el folleto de
prevención para evitar el contagio del hantavirus que emanara en 1996, la
Administración de Parques Nacionales sostenía que es muy baja la
probabilidad de contraer la enfermedad producida por hantavirus cuando se
realizan actividades recreativas en zonas agrestes. También
por aquellos años las
autoridades de la IV Zona Sanitaria de la comarca andina, con el aval de
los principales científicos argentinos y extranjeros, sostenían en un
comunicado del 22 de noviembre de 1996 que el riesgo de contraer la
enfermedad por hantavirus en la zona del Parque, en épocas normales, es
similar al riesgo de contraer una enfermedad virósica en cualquier ciudad
del país y del mundo, y que la actividad turística desarrollada en el
Parque y en sus circuitos turísticos no constituyen una zona de riesgo
especial de infección.
- El virus no sobrevive demasiado tiempo fuera
del organismo del ratón hospedador, pero es además especialmente
sensible a los rayos ultravioletas y a la luz solar en general, frente a
la que muere rápidamente.
- Los hábitos del colilargo son
predominantemente nocturnos, por lo que hay pocas posibilidades de que se
tome contacto con virus vivos, en sendas y picadas, en las horas diurnas.
- No obstante lo apuntado precedentemente, aun
cuando hubiera presencia de excretas contaminadas, al aire libre existe
una dispersión debida al viento que dificulta (aunque no elimina) la
concentración viral necesaria para el contagio.
- Los campings habilitados por Parques
Nacionales observan todas las garantías y son controlados periódicamente.
- Se ha verificado además que la incidencia
porcentual de este virus en niños y jóvenes es muy baja (a lo que podemos
agregar que esto se debe a que el riesgo de exposición de niños y jóvenes
es muy inferior al de los adultos, ya que son los adultos quienes realizan
las actividades que pueden entrañar algún riesgo, mientras que los niños y
jóvenes, con importante cantidad de tiempo en actividades al aire
libre, no están expuestos por las razones antes apuntadas.
- El Dr. Clarence Peters, uno de los más
importantes especialistas en Hantavirus del mundo, sostuvo hace unos años
que los turistas que acampan en lugares recónditos no se exponen a un
riesgo importante de contagio, “aunque escarben en cuevas de roedores o estén
muy metidos en el monte”. Peters
era por entonces Jefe de la Sección Patógenos Especiales del Centro de
Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC), con sede en la
ciudad de Atlanta, y fue uno de los encargados de estudiar el primer brote
de la enfermedad que se registró en ese país.
La
situación actual, sin embargo, derivada del esperado aumento de la población de
colilargos como consecuencia de la floración y semillación de la caña coligue
en la zona noroeste del Parque Nahuel Huapi, nos obliga a extremar
algunas precauciones de manera especial desde el otoño de 2019. Estas
precauciones son las que detallamos a continuación.
9. Precauciones a tomar en actividades de
campamento, excursionismo, trekking y similares
- Como precaución general, es necesario evitar
todo tipo de contacto con roedores silvestres, sus nidos y sus
secreciones.
- Es preciso acampar en áreas autorizadas. Al
elegir el emplazamiento del campamento, preferir sitios alejados de
posibles refugios de roedores (matorrales de retama o rosa mosqueta,
cañaverales o arbustos tupidos; basurales y pilas de leña). Son
recomendables los lugares soleados.
- En caso de tener que desmalezar zonas de
acampe, debe hacérselo cuando las mismas no están en uso, y se dejarán
pasar algunos días (al menos cuatro o cinco) desde el desmalezamiento
hasta su utilización.
- En la zona en que se instale el Campamento, la
basura orgánica será desplazada a un lugar lejano de cocina y despensa,
buscándose además su evacuación constante, y evitando el derrame de
basura, a fin de no motivar la presencia de roedores merodeando el lugar.
Deben utilizarse, para la basura, contenedores cerrados de materiales
resistentes (lata o plástico duro) para evitar que los roedores puedan
acceder al contenido. El Campamento debe estar permanentemente limpio y
ordenado.
- Es necesario disponer la estiba de la comida
en recipientes cerrados, resistentes a los roedores y fuera del alcance de
éstos. La limpieza del área de cocina y despensa debe ser muy cuidada, y
se debe desinfectar diariamente, en horas de la mañana, y antes del
comienzo del trabajo, las zonas de mesadas con agua lavandina diluida en
agua (en relación 10/90).
- Puede ser conveniente colocar tramperas en el
Campamento Base, más como una precaución para testear la presencia de
roedores que por un riesgo real. En caso de capturas, se procederá a dar
aviso a las autoridades sanitarias de Bariloche. Se rociarán los roedores
muertos, nidos, y todo lo que pudiese haber estado en contacto con los
roedores, con un desinfectante a base de agua lavandina o agua clorada.
- El agua para consumo y limpieza se guardará en
recipientes cerrados.
- Los utensilios de cocina, y la vajilla
personal, se lavarán inmediatamente después de utilizados, tanto en el
Campamento Base como en los campamentos volantes, guardándose de forma que
no puedan ser merodeados por roedores. No debe quedar, durante la noche
especialmente, comida en platos u ollas, o agua en recipientes que puedan
ser accedidos por roedores.
- En los campamentos volantes, la basura
orgánica se evacuará, enterrará o quemará, evitando absolutamente su
venteo o dispersión entre las plantas, ya que esto constituye un motivo de
acercamiento de roedores.
- Los alimentos para los campamentos volantes
deben ser guardados en recipientes herméticos tipo Tapper-ware. El pan se
guardará, en los pernoctes, dentro de carpas cerradas.
- Se evitarán los lugares de campamento volante
con presencia de basurales cercanos, o pilas de leña, en donde los
roedores pueden haber creado un hábitat por la presencia frecuente de
comida.
- Es menester usar carpas con piso, cierre
total. y sin agujeros. Las carpas se armarán en lugares limpios, con pasto
corto y libres de matorrales o pastizales, y se mantendrán permanentemente
cerradas salvo para su aireado.
- Evitar dormir fuera de las carpas, o sobre la
tierra o pasto, donde los roedores puedan haber defecado u orinado.
- Evitar tirarse al suelo en zonas de pastizales
altos.
- No entrar a las carpas con calzado puesto, que
puede introducir tierra contaminada dentro de las carpas.
- Dejar limpios los lugares de acampe
utilizados. Evacuar la basura.
- Caminar por sendas habilitadas y abiertas,
evitando internarse en cañaverales o zonas de vegetación cerrada.
- Deben tomarse precauciones al usar refugios
“vivac”, sin encargado. En general, se desestimará usar cabañas o
cualquier tipo de construcción que se encuentre abandonada.
- En cuanto a la vestimenta, se desaconseja el
uso de ojotas, sandalias u otros calzados abiertos, por la posibilidad de
que zonas lastimadas del pié entren en contacto con excretas de roedores.
Usar botas de trekking, borceguíes o, en general, calzado cerrado. Son muy
recomendables los pantalones largos y camisa de manga larga, al caminar
entre cañaverales, matorrales, pastizales o picadas muy cerradas.
- Evitar ingerir frutos silvestres (Berberis en
general: sauco, calafate, etc; frutillas y otros), salvo que hayan sido
conveniente y cuidadosamente lavados, y no introducir en la boca pastos,
ramas o vegetales, ya que pueden estar contaminados por excretas del ratón
con unidades vivas del virus.
- Cuando se desconfíe de la calidad del agua
para beber, lavar la vajilla o lavarse cara, manos y dientes, se la
clorinará con dos gotas de lavandina por litro, dejándola descansar media
hora, o simplemente se la hervirá. Esto es especialmente aconsejable en
aguas de lagunas con poca oxigenación.
- No molestar a los predadores naturales de los
roedores: aves rapaces en general, lechuzones, lechuzas, chimangos,
zorros, hurones y pumas.
- Realizar una frecuente limpieza de ropa,
calzado y elementos de pernocte, limpieza que debe ser total al final de
su actividad.
Conclusión
Las
actividades de campamentismo, senderismo, trekking o montañismo o turismo
activo en general en áreas rurales, naturales y agrestes exponen a quienes las
practican a atravesar zonas en las que puede haber concentración de roedores
algunos de los cuales pueden estar infectados por hantavirus. Por lo mismo, se
deben extremar las precauciones para evitar el contacto (directo o aerosólico)
con secreciones de ratones. En épocas normales no hay, a partir de lo
investigado, especiales razones que hagan a la actividad de campamentismo y
vida al aire libre una actividad de riesgo, en la medida en que se tomen las
precauciones que se indican más arriba. Felizmente, en todos estos años, no
existen reportes de contagio de mochileros, montañistas o excursionistas. La
situación actual, como lo hemos dicho, es diferente, y hace recomendable una
prevención más cuidada. Por todo lo expuesto, se recomienda realizar
campamentismo, senderismo, trekking o turismo activo en las zonas donde el
Hantavirus es endémico tomando todas las precauciones señaladas y las que
pudieran determinar las autoridades nacionales, provinciales, municipales,
sanitarias o de Parques Nacionales.
(Trabajo de recopilación, investigación y
ordenamiento realizado por el Prof. Lic. Raúl Francisco Llusá)
Fuentes y
referencias
- Sage,
R.D. 2003. A Preliminary Report About The Effects Of The 2000 Flowering of
Caña Colihue Bamboo on Rodents in Parque Nacional Lanin. Informe a la APN.
- Sage,
R. D., O. P. Pearson, J. Sanguinetti, and A. K. Pearson. 2007. Ratada
2001: a rodent outbreak following the flowering of bamboo (Chusquea
culeou) in southwestern Argentina. Pp. 177–224 En: The quintessential
naturalist: honoring the life and legacy of Oliver P. Pearson (D. A. Kelt,
E. P. Lessa, J. Salazar-Bravo, and J. L. Patton, eds.).
University of California Publications in Zoology 134.
- Sanguinetti, J. y L. García. 2001. Floración masiva de Chusquea
culeou en el Parque Nacional Lanín. Eventuales consecuencias ecológicas,
su vinculación con las actividades humanas, y necesidades de Manejo y
Monitoreo. Informe a la APN.
- Dra. Marcela Ferré, infectóloga de Red Salud de la Universidad de
Chile, enhttp://www.redsaluduc.cl/link.cgi/Destacados/3701
- Informe sobre Floración de la caña Coligüe de Administración de
Parques Nacionales – Delegación regional Patagonia – Octubre de 2010
- Informe del Sr. Martín García Casabal
- Roberto Murúa B, Maritza Navarrete C, Rodrigo Cádiz S, Rodolfo Figueroa M, Paula
Padula, Luis Zaro C, Rita Mansilla G, Luz González L, Andrés
Muñoz-Pedreros. En: Revista médica de Chile
v.131 n.2 Santiago feb. 2003 versión impresa ISSN 0034-9887 http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0034-98872003000200006&script=sci_arttext
- Informe del Sr. Rodolfo Maino, Miembro Fundador de la Sociedad
Argentina de Genética Médica, ex presidente de la Sociedad de Medicina
Interna de Buenos Aires, en la Revista Digital de la SMIBA, http://www.smiba.org.ar/revista/smiba_01/hanta.htm
- Informe de Martin Garcia Casabal - Le 7837652
- Referencia De la Dirección General de defensa
Civil de la Provincia de Buenos Aires, Dpto. Instrucción Técnica de
Prevención – Dirección de Educación Civil . Fuente: Informe Dr. Diego
Painceira, HANTAVIRUS: Ecosistema enfermo.
- Provincia de Río Negro, Secretaría de estado de Salud; Ministerio
de Salud y desarrollo social; Consejo Provincial de Salud Pública;
Dirección de salud ambiental: Normas operativas para la prevención del
Hantavirus, en http://www.saludambiental.gov.ar/HANTAVIRUS/hantanormas.htm
[2] Conviene agregar que en
Chile se produjo, en la primera parte de los años 90, una floración masiva de
la caña quila (Chusquea quila) produciéndose entonces un considerable aumento
de la población del ratón colilargo común. Sostuvo por aquellos años el ya
fallecido naturalista Oliver Pearson que un investigador amigo suyo atrapó 1500
ejemplares de colilargo en una sola noche.
[3] Por otra parte,
los fenómenos climáticos El Niño-La Niña son grandes reguladores de la
ocurrencia del fuego, pues alternan periodos húmedos y frescos (El Niño) con
otros cálidos y secos (“La Niña”). La combinación de combustible-clima
seco-intervención humana incrementa el riesgo de ocurrencia de incendios
forestales severos, lo cual debe ser tenido muy en cuenta.
[4] Estudios de laboratorio han
confirmado que en algunas especies de roedores sinantrópicos hay presencia de
hantavirus, como en el Rattus norvegicus. Estudios publicados en Revista médica de Chile, v.
131 nº 2, Santiago de Chile, Febrero de 2003, nos
dicen que, aunque en muy menor medida que el Longicaudatus, el Abrothrix
longipilis también puede ser vector y de hecho se han realizado
capturas de individuos infectados. El
ratón doméstico (Mus musculus) no está involucrado en la transmisión del virus.
[5] Mamíferos roedores de la familia Cricetidae.
[6] Para el infectólogo
Daniel Stamboulián, en declaraciones hechas al Diario Clarín el 26-11-96, el
radio de movilización normal es de 300 mts.
[7] De acuerdo con un extenso estudio
realizado en febrero de 1972 por Julio Contreras -biólogo de la Fundación
Bariloche- en la estación biológica de la Isla Victoria (P.N. Nahuel Huapi) se
conoció que el roedor colilargo es un colonizador exclusivo de la mayoría de
los ambientes disponibles en esta isla. Por las condiciones particulares del
lugar, el roedor se ha desarrollado allí sin dificultad y con condiciones
favorables con la sola amenaza de algunos predadores como el búho pequeño o
lechuzón, y tres especies de comadrejas.
[8] Dos años, según el naturalista Miguel
Christie, ya que es capturada por sus predadores naturales.
[12] Sociedad Argentina de Infectología, Comisión de
enfermedades endémicas y emergentes, en https://drive.google.com/file/d/1uT1MnIF05O50YhJ8m-tviF2W849pbTvD/view
[14] (Dra. Delia Enría, directora del Instituto de
Investigación de Enfermedades Virales Dr. Julio Maiztegui de Pergamino, La
Nación, 21-11-96)
[17] Hjelle
B. Hantavirus en roedores: Infección aguda, persistencia y reactivación. II
Reunión Internacional: Hantavirus, Ecología y Enfermedad. Valdivia, Chile,
Marzo, 2001.
[19] Sociedad Argentina de Infectología, Comisión
de enfermedades endémicas y emergentes, en https://drive.google.com/file/d/1uT1MnIF05O50YhJ8m-tviF2W849pbTvD/view