La búsqueda
de indicios
Es
importante remarcar que, en un operativo de búsqueda y rescate, si bien
buscamos personas, debemos estar atentos
a la presencia de indicios que nos orienten hacia lo que buscamos. Llamamos
indicios a objetos, señales, olores y todo aquello que tiene alta probabilidad
de evidenciar el paso de los extraviados por ese sitio. Personas a buscar es
una, o unas pocas. ¡Indicios, en cambio, pueden ser muchos! La presencia de
indicios ayuda a ajustar la búsqueda.
Es que la persona extraviada genera, voluntaria o
involuntariamente, señales que si son “leídas” por los rescatistas aceleran el
momento del rescate. Si bien son el entrenamiento y la experiencia las que dan
al rescatista la habilidad para descubrir indicios, es menester saber observar,
realizando un escaneo metódico del terreno que evite dejar áreas sin explorar.
Se revisan el suelo, la vegetación, los matorrales y arbustos, para descubrir
vegetación marcada por el paso de los extraviados, objetos
personales perdidos, comida reciente, fuegos apagados hace poco tiempo, jirones
de ropa, heces humanas, marcas dejadas en forma premeditada, huellas en zonas
barrosas, de polvo de tierra, ceniza volcánica o nieve, columnas de humo o
resplandor de fuego, señales lumínicas, etc. Hay indicios audibles, como
gritos, pedidos de auxilio, sonido de silbatos. No siempre son, los indicios,
evidentes o claros. Por ello es tan importante entrenar la técnica de la
observación activa.
Nunca se debe descartar o pasar por alto un indicio, si existe alguna
posibilidad de que pertenezca a las personas buscadas. Cuando un indicio es
hallado, es menester informar al COT, que lo consignará en el mapa de la
búsqueda, ya que varios indicios pueden dar una dirección de la marcha del
extraviado, por lo que hasta puede ser necesario replanificar la estrategia de
búsqueda.
La forma de batir
La
marcha de la cuadrilla debe ser lo más silenciosa posible, para poder escuchar
eventuales pedidos de socorro u otros sonidos que nos orienten. Sólo uno de los
rescatistas de la cuadrilla, cada minuto, dará voces de alerta, quizá con el
nombre del extraviado si se lo conoce, y agregando “¡somos rescatistas!”. La
cuadrilla evitará, durante la batida, conversaciones que no versen sobre el
trabajo que se está realizando. A esto lo llamamos “cuadrilla estéril”.
Es
sumamente importante saber mirar. No dejar nada sin revisar. Recordamos: no
buscamos sólo personas: también los indicios que van dejando, y éstos pueden
ser pequeños, o poco perceptibles. Tomemos conciencia también que una zona
batida es una zona descartada, y por
lo mismo si había algo importante y se nos pasó, posiblemente nunca lo volvamos
a encontrar. Por eso, hay que desarrollar una disciplina de “escaneo” visual
que mire y vea. Y si es necesario,
nos detenemos para observar mejor algo que nos llamó la atención, la más mínima
desarmonización en el terreno. En una palabra: nos centramos en la percepción.
Debemos estar concentrados, atentos. La cuadrilla, de ser necesario por la
complejidad del terreno (mucha vegetación, por ejemplo) adecuará el ritmo de
marcha a fin de poder explorar bien.
Cuando
la búsqueda es nocturna, la observación se hace más difícil. Debemos contar con
buenas linternas, potentes. Y el escaneo debe ser tan minucioso como en las
horas diurnas.
El
comportamiento probable de una persona extraviada y su incidencia en la
búsqueda
No es fácil
determinar cómo se comportará una persona extraviada, pero el sentido común nos
aporta algunas ideas que debemos tener en cuenta:
-Es muy probable que no avance de noche, y que en cambio permanezca en
un lugar que le inspire confianza.
-Quizá esté exhausto, por lo cual evitará los avances
esforzados: bosque cerrado, cuestas empinadas.
-Es frecuente que siga los cursos de agua, por el
imaginario de que ellos conducen siempre a puestos habitados.
-Si encuentra sendas de animales (las que usan para ir
a las aguadas), no siempre las identificará como tales, sino que puede
confundirlas con sendas humanas y seguirlas. Por tanto deben ser exploradas.
-En zonas montañosas, y si está con fuerzas, puede
buscar altura para ver con claridad su situación y posible recorrido posterior.
-Es posible que evite los neveros si la nieve está
blanda (por el esfuerzo de marcha que implica) optando por recorrer los
sectores rocosos.
-Si
es un niño o adolescente, probablemente tenga miedo a la obscuridad, a los
animales (por lo que no gritará pidiendo auxilio para no atraerlos), y quizá se
quede en un lugar esperando la ayuda, aunque esto último no puede asegurarse.
Técnicas de
atracción diurna y nocturna
Una vez por minuto uno de los integrantes de
la cuadrilla gritará el nombre del extraviado, junto con la consigna “somos
rescatistas”. También se pueden usar silbatos de buena potencia. ¡Recordar el
silencio, entre llamado y llamado, para escuchar si hay respuesta! De noche
también se usa el sistema de llamado o silbato, pero además las linternas de
los rescatistas son una señal visible a la distancia. También se pueden usar
ese tipo de marcadores láser llamados “buscaestrellas”, ya que trazan una señal
lumínica muy visible a la distancia. Se apunta al cielo y se lo enciende a
intervalos, para llamar la atención del extraviado.
Tareas periódicas de seguimiento operativo
El jefe de
la cuadrilla, o el responsable de las comunicaciones, informará al COT del
progreso de la batida, a fin de que en el COT se vayan marcando las zonas
batidas en el mapa. Esto permite tener un panorama claro del avance de la búsqueda.
También se informa (¡es sumamente importante!) el hallazgo de indicios, aun
cuando no se tenga la seguridad plena de que pertenezca a la persona buscada. En
el COT, se va señalando en el mapa la locación de cada indicio encontrado, a
fin de ir generando una “línea de avance” del extraviado. Se informará también
si un área específica no pudo batirse por alguna razón, para que se asiente en
el mapa. Por lo demás, las comunicaciones ordinarias (“el trabajo continúa sin
novedad”) se realizan en los plazos estipulados por el Comando.